No se trata de frikis de la bicicleta. Ni siquiera de grandes aficionados al ciclismo. Pero tienen claro que, como medio de transporte, la bici tiene futuro. Ellos dan ejemplo.

Joaquín Reyes y Agustín (Tino) Bollo son dos jóvenes de la capital que, desde hace un tiempo, decidieron darle prioridad a la bicicleta para acudir a sus respectivos trabajos. Y la experiencia, tal cual la cuentan, parece atractiva.

Por empezar por el más próximo, Joaquín desempeña su labor en el museo del Cuartel de Almeyda. Hasta allí llega todos los días desde su domicilio, cercano al Puente Zurita. Un trayecto poco exigente, pues está en una cota más baja que su casa, pero que le permite huir de colas y, si se diera el caso, de buscar aparcamiento.

Aunque tiene una bicicleta eléctrica, normalmente se desplaza en una reliquia que trajo de Inglaterra en 2001 -modelo Hércules-, pero que fue fabricada en los años 50. "No soy ciclista, soy ciclante. Uso la bici como medio de transporte, no para deporte", subraya Joaquín. Un matiz que, todavía, le cuesta entender a mucha gente.

Tino Bollo, por su parte, sí es un usuario habitual de la bicicleta eléctrica. El trayecto hasta su trabajo, al contrario que el de Joaquín, sí es cuesta arriba, pues parte del entorno del parque La Granja hasta el Hospital Nuestra Señora de La Candelaria. Bollo forma parte del servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Hunsc.

"La llegada de la bici eléctrica supone un cambio de paradigma. Santa Cruz pasa a ser una ciudad cómoda, en el sentido de que se vuelve llana", explica. Tiene, sin embargo, otras muchas cosas que corregir.

Con la incorporación del sistema eléctrico a las bicicletas se acaban las dificultades propias de la orografía de un municipio como Santa Cruz. Eso sí, tanto Joaquín como Tino matizan: "Hablamos de asistencia al pedaleo, no de una motocicleta eléctrica".

Y es que en este asunto también existe cierta confusión. Para considerarse como bicicleta eléctrica no debe sobrepasar los 250 vatios de potencia ni superar los 25 kilómetros/hora. Es decir, una bicicleta al uso, pero con un apoyo eléctrico que se activa al pedalear.

En resumen, el suplemento de electricidad se puede obtener de dos maneras, bien a través de un kit que se adapta a cualquier bicicleta normal, bien adquiriendo una con el sistema ya incorporado. "Los precios han ido descendiendo. Ya se puede encontrar algún modelo por 500-600 euros", aseguran. "En dos años de ahorro del tranvía amortizo la inversión", asegura Tino.

¿Será este el transporte del futuro? Aunque con algunas dudas, tanto Reyes como Bollo consideran que terminará ganando adeptos, como ya ocurre en otros países de Europa. Eso sí, para ello el ayuntamiento tendrá que esforzarse en "hacer más amable" la ciudad para la bici y los peatones. "Ahora hay mucha gente acomodada que lleva el coche hasta la puerta", destaca Joaquín. Tino es más drástico: "Estuve tres meses sin coger la bici después de un atropello", relata.

¿Qué tipo de medidas proponen? "Que se reduzca el espacio del coche, que se baje la velocidad, que se apoye la compra de estas bicis...". Son algunas de las propuestas que el colectivo Santa Cruz en Bici, al que pertenecen ambos, trasladó hace unos días al consistorio de la capital.

"Si se dieran las condiciones -una mejora integral en movilidad-, mucha gente usaría la bicicleta como medio de transporte", asegura Joaquín. "Y una bici es un coche menos en la carretera, por tanto un tubo de escape que no contamina, y un aparcamiento más", añade.

Concluyen con una sentencia: "Los jóvenes son los que tienen la posibilidad de cambiar".