Un alumno con asperger tiene que afrontar "dificultades" toda su vida por el mero hecho de haber nacido con este trastorno, problemas que el sistema educativo español sólo mitiga hasta cuarto de la ESO. A partir de ese curso el sistema no cuenta con las herramientas necesarias para el apoyo escolar de estos niños.

Así lo denuncia la Confederación Asperger, que pide que el Pacto Educativo incluya el derecho de estas personas a recibir ayuda durante toda su etapa formativa para que estos alumnos no sean "abandonados a su suerte" si logran seguir estudiando.

"Necesitamos un buen sistema para que se adapte a cualquier formación", explica en declaraciones la presidenta de la Confederación Asperger España y madre de un niño con este trastorno, Paloma Martínez, quien ha preferido matricular a su hijo en Educación Especial dada la situación del sistema educativo español.

El asperger es un trastorno del neurodesarrollo que hace que el cerebro de las personas que lo padecen funcione de manera diferente, especialmente en aspectos comunicativos o de interacción social, así como en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento.

Entre los síntomas más comunes de este trastorno se encuentran prestar atención solo a determinados aspectos, sufrir ansiedad o tener problemas comunicativos.

Se calcula que solamente el 10 % de las personas que lo padecen consigue ser independiente, según datos de la Confederación Asperger, un problema que "hay que solucionar urgentemente", ya que cualquier intervención en este colectivo "tiene una respuesta muy rápida".

Según datos del Ministerio de Sanidad, una de cada cien personas en Europa y alrededor de 450.000 individuos en España sufre algún tipo de Trastorno del Espectro Autista (TEA), dentro del que se engloba el asperger y del que no existen datos concretos.

Aunque se integre dentro del Transtornos del Espectro del Autismo (TEA) la diferencia con respecto a este radica en que el sujeto posee un mayor nivel de comunicación verbal, una inteligencia similar a la media de individuos y además, detectan el rechazo cuando este se produce.

"El nivel educativo no lo marca el asperger. Lo marca el intelectual, como en cualquier otro tipo de persona", argumenta Martínez.

Algunas de las primeras manifestaciones del asperger, que se comenzó a analizar en España en el año 2000, son "rabietas de carácter extraño", hipersensibilidad a los ruidos u olores, poca tolerancia a la frustración, así como la imposibilidad de jugar con el resto de niños.

"Es muy fácil detectarlo en el entorno escolar porque ahí se ve cómo un niño aprende a socializar", explica Martínez, quien incide en que este síndrome se manifiesta a edades muy tempranas, aunque no es hasta los 4 o 5 años cuando se lleva a cabo el diagnóstico.

En este contexto, la experta también denuncia la falta de personal especializado en síndrome asperger dentro de la sanidad pública, teniendo que recurrir los afectados al área privada, donde "también les resulta difícil" de diagnosticar y "supone un coste importante" para las familias.

Un aspecto en el que coincide la directora técnica del área clínica de Asperger Madrid, Mariana Perreti, quien sostiene que las asociaciones se encuentran cada vez "más desbordadas" ante la incapacidad de muchas familias de proveer con los apoyos necesarios al afectado.

"Hay familias que hacen muchos esfuerzos y se limitan para que el niño pueda acudir a las terapias", agrega Perreti.

Respecto a su tratamiento, la especialista indica que se trata de algo personalizado y particular, que debe adaptarse a las circunstancias del individuo en función de la familia, absentismo escolar o el nivel de apoyo que necesite el niño.

Sin embargo, Perreti matiza que en ocasiones los problemas en el colegio aparecen por la desinformación, así como por las dificultades de integrar a una "persona diferente", una situación que se solucionaría "concienciando" al resto de compañeros de clase de que esa persona necesita un apoyo específico.

En cualquier caso, Martínez apuesta por formar a estas personas para que se conviertan en trabajadores que "producen y contribuyen a la sociedad".

"Si los tratamos de manera diferente, no los educamos, luego tendremos que tener un sistema asistencial que nos va a costar una barbaridad", concluye.