A punto de cumplirse dos años de la apertura de las fronteras alemanas a los solicitantes de asilo, la acogida de refugiados sigue centrando el debate electoral del país, mientras la canciller Angela Merkel defiende la decisión de entonces como la correcta ante una emergencia humanitaria.

El 4 de septiembre de 2015, cuatro días después de que Merkel pronunciara la frase "lo conseguiremos" referida a la capacidad de Alemania para acoger a los refugiados, Berlín y Viena acordaron abrir las fronteras para permitir el paso a las decenas de miles de personas en esos momentos atrapadas en Hungría.

Al día siguiente llegaban a Múnich y otras ciudades del país los primeros trenes especiales con miles de refugiados, en su mayoría sirios; al cerrar el año, el número de peticionarios de asilo llegados a Alemania superaba los 890.000, según cifras actuales del departamento federal de Migración (Bamf).

Fue un máximo histórico de la Alemania moderna, que dobló al anterior récord de 438.000 peticionarios de asilo recibidos en 1992, en plena crisis de los Balcanes.

En 2016, el flujo se redujo a 320.000, debido tanto al cierre de la ruta de los Balcanes como al acuerdo con Turquía para contener su llegada a territorio de la UE a través de Grecia.

Con los registrados este 2017 -otros 120.000- se han superado los 1,3 millones de peticionarios llegados desde 2015 y la frase de "lo conseguiremos" sigue persiguiendo a la canciller.

"En verano de 2015 teníamos una situación extrema en términos humanitarios. Estoy convencida de que nuestra reacción fue correcta", afirma Merkel, en declaraciones publicadas hoy por el semanario "Der Spiegel".

La tarea de integrar a esas personas es titánica: 780.000 del total de peticiones de asilo llegadas estos dos años y medio fueron resueltas positivamente.

El medio millón restante está pendiente de evaluación o ya ha visto rechazada su petición y debería regresar a su país, sea voluntariamente -a través de los programas de ayuda del Bamf- o por la vía de la expulsión.

Las medidas del Gobierno para acelerar las expulsiones de quienes incurrieron en delitos o están catalogados de peligrosos -presuntos terroristas- han dado resultados más bien tímidos: en 2016 se expulsó a unos 25.000 y el cómputo de este año se sitúa en 12.545.

La líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) se ha lanzado a la búsqueda de soluciones que califica de "sensatas", como planes compartidos por Francia, España e Italia para regular el flujo migratorio desde los países de origen o de tránsito en África.

La canciller ha estado sometida desde 2015 a las críticas de sus filas y la exigencia de imponer un límite a los asilados de su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hegemónico en ese próspero "Land", por el que entró la mayoría de los asilados.

Merkel ha mantenido su rechazo a limitar el asilo y con la reducción de las nuevas peticiones se calmaron los ánimos.

Pero la sucesión de atentados cometidos estos años por yihadistas que habían entrado como refugiados -el más grave, el del tunecino Anis Amri contra el mercadillo navideño de Berlín, con 12 muertos- volvieron a colocar a Merkel en el objetivo de las críticas.

Pese a todo, el año electoral empezó para la CDU de Merkel con tres victorias en sucesivas elecciones regionales sobre el Partido Socialdemócrata (SPD) de Martín Schulz.

A tres semanas de las generales del 24 de septiembre, los sondeos le otorgan una ventaja de hasta 15 puntos sobre Schulz, con el que mañana mantendrá un único cara a cara televisivo, considerado la última posibilidad del aspirante para remontar posiciones.

De Schulz no se esperan reproches en cuanto a la apertura de las fronteras en 2015, ya que fue responsabilidad compartida por el SPD, en tanto que socio de la gran coalición de Gobierno.

El mayor rendimiento político de la situación lo capitalizó la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), cuyos militantes han convertido los mítines de Merkel en un estridentes conciertos de abucheos a la acogida de refugiados da por seguro que AfD accederá en las generales al Bundestag (Parlamento federal), lo que hasta ahora no logró ningún partido de ese espectro.

En las entrevistas de estos días a Merkel -como la que publica hoy "Spiegel"-, la canciller se ha visto confrontada a la pregunta de hasta qué punto su línea, tachada de poco conservadora, no ha favorecido el auge de la AfD.