La interacción entre las áreas del cerebro responsables de la generosidad y la felicidad explicaría por qué la gente es altruista incluso cuando conlleva un coste personal, según una investigación de la Universidad de Lubeck, en Alemania, publicada en la revista científica Nature.

Todas las sociedades y culturas valoran el comportamiento generoso de sus individuos, pero la teoría económica siempre ha fracasado al buscar una explicación cuando la generosidad conlleva invertir los recursos propios en beneficio de otro.

La psicología, en cambio, había sugerido que el motivo para el comportamiento altruista es el incremento de felicidad que provoca, pero no ofrecía un entendimiento del mecanismo de los procesos neuronales que los vinculan.

Para investigar esos procesos del cerebro, la profesora Soyoung Park, del Departamento de Psicología de la Universidad de Lubeck, dirigió un estudio que analizaba la actividad cerebral de 50 participantes.

Los sujetos del experimento recibieron una suma de dinero durante cuatro semanas, aunque la mitad recibió la instrucción de gastarlo en ellos mismos y la otra mitad de gastarlo en otra persona.

Los investigadores descubrieron que los participantes que habían gastado su dinero en otros también se mostraron más generosos a la hora de realizar otras tareas independientes y sus cerebros mostraron más actividad en un área vinculada con el sentimiento de felicidad.

Utilizando imágenes por resonancia magnética, vieron que las decisiones generosas involucraban más el área cerebral conocida como la unión temporoparietal (TPJ, por sus siglas en inglés) y modulaban la conectividad entre esa región y el núcleo estriado relacionado con los cambios en la felicidad.

De hecho, algunas lesiones en el núcleo estriado han sido asociadas con casos de "generosidad patológica" y ruina económica personal, sugiriendo que esa zona estaría encargada de inclinar la balanza hacia el interés propio en situaciones en que el altruismo supone un coste personal.

Las conclusiones del estudio podrían tener importantes implicaciones no solo en la neurociencia, sino en la educación, la política, la economía y la salud, ya que, actualmente, según los investigadores, la sociedad subestima los beneficios sociales e individuales del comportamiento generoso y sobrestima el efecto en de los motivos egoístas para alcanzar la felicidad.