A través de los medios de comunicación tenemos la posibilidad de conocer que en pleno siglo XXI millones de personas pasan hambre, millones de niños y niñas carecen de acceso a la educación, teniendo que trabajar desde la infancia y viviendo en pésimas condiciones de insalubridad, millones de niñas son forzadas a casarse y otras muchas sufren la mutilación genital femenina y la violencia ¿Te has planteado qué puedes hacer tú para contribuir a poner fin a estos abusos? Apadrina un niño con Plan International, una de las muchas ONGs que trabaja para cambiar, o mejorar, el rumbo de la infancia en países en los que la pobreza está a la orden del día, impidiendo avanzar.

Cuando pensamos en ello, desde nuestra comodidad de Occidente, aprendemos a relativizar, Países que no deberían sonarnos tan lejanos. Las realidades son muy distintas, como distintas son las preocupaciones y las prioridades. A veces resulta increíble que hay personas que no pueden sacar adelante a sus hijos, que salen de una enfermedad por la mala calidad del agua, para meterse en otra, y quienes sufren todo esto mucho más, son los más pequeños, los más vulnerables.

Cuando pensamos en ello, desde nuestra comodidad de Occidente, aprendemos a relativizar, e, incluso, nos sentimos afortunados, a pesar de que también nosotros tengamos nuestros propios problemas y sean importantes.

Plan International trabaja por y para la infancia en 70 países del mundo con proyectos de desarrollo, educativos, de protección de la infancia y de fomento de la participación, la integración y el refuerzo de vínculos con los adultos mirados a desarrollar la colaboración y el entendimiento.

Plan International anima a todos los padrinos a escribir a sus niños apadrinados. Esas cartas crean lazos y son el vehículo a través del cual muchos de ellos conocen a sus padrinos (y viceversa). Pero también las cartas contribuyen a educarles, a trasladarles palabras amables, empatía y, sobre todo, contribuyen a que tengan la capacidad suficiente, las herramientas y las habilidades para superarse, despertar su curiosidad y querer aprender.

El acceso al aprendizaje es básico para construir sociedades que puedan progresar a medio o largo plazo. Por eso es tan importante apostar por una educación desde que se es pequeño. Una educación que, más allá de matemáticas o inglés, trate los valores, la consciencia y la conciencia, la generosidad y sea capaz de romper las barreras que obstaculizan el que países en desarrollo puedan avanzar.

Apadrinar a un niño o a una niña es una de las muchas opciones que puedes existen para poner nuestro granito de arena en la transformación del mundo. Es una acción muy gratificante porque podemos palpar su resultado, podemos escribirle, podemos leerle y, lo mejor, podemos visitarle y conocerle en persona.

Además, Plan International indica que con el apadrinamiento no sólo se beneficia el niño o a la niña en cuestión, también lo hace su entorno. La ONG calcula que con la aportación de sesenta céntimos al día (18€ al mes), se benefician alrededor de 55 niños.