El joven escultor lagunero Ibrahim Hernández ha creado una Entrada de Jesús en Jerusalén para la parroquia de San Marcos, en el municipio de Icod de los Vinos. Realizada en madera de cedro real y policromada al óleo, la obra fue bendecida el domingo.

Según explica su autor, la imagen principal es de un tamaño ligeramente inferior al natural, dado que de pie rondaría entre 1,60 y 1,70 metros. "La burra también es de madera de cedro", precisa sobre este encargo que le fue hecho por la referida iglesia y que constituye su primer trabajo para Icod, después de haber dado forma a piezas para otros rincones norteños como el Puerto de la Cruz y Garachico.

Ya contada, la historia de Hernández es la de un autodidacta. Aprendió por su cuenta y a los 13 años fue a Córdoba, donde se siguió formando junto a maestros como Antonio Bernal. "A partir de ahí empiezo a tocar otras técnicas", indica un joven que tiene su taller en el núcleo costero de la Punta del Hidalgo y que cada año intenta desplazarse al menos 15 días a tierras andaluzas para conocer "avances" y "nuevas formas de trabajar".

"Yo creo que estoy en la primera fase mía de formación en la escultura", manifiesta el imaginero, que añade que su estilo tiene "mucho que ver" con la escuela andaluza. "Pero considero que mi obra va tomando otro ritmo y otra forma en las expresiones y la policromía", sostiene sobre unas tallas para las que se suele inspirar en rasgos reales.

Afirma Ibrahim Hernández que años atrás recibió numerosos encargos, hasta que llegó la crisis y esta actividad profesional se vio afectada. "La cosa sinceramente ha flojeado", admite, y continúa detallando que se ha tenido que dedicar a otras vertientes creativas. "Vivir en Canarias de la imaginería es muy complicado", plantea sobre un sector con dificultades, quizá en extinción.