La Audiencia de Düsseldorf (oeste de Alemania) condenó hoy a cadena perpetua a un alemán de 29 años convertido al islam que en 2012 colocó en la estación central de trenes de Bonn una bomba que no llegó a estallar y planeó el asesinato de un político ultraderechista.

Ante la especial gravedad de los hechos queda descartado que el hombre, identificado como Marco G., pueda salir de prisión en la revisión que se realiza en este tipo de condenas tras 15 años de reclusión.

La sentencia considera que Marco G., condenado por intento de asesinato, y tres cómplices, que recibieron penas de entre nueve años y medio y doce años de prisión, crearon un grupo terroristas y diseñaron una trama para matar a un político del partido de extrema derecha Pro NRW.

Los hechos se remontan a diciembre de 2012, cuando en un andén de la estación de Bonn, dentro de una bolsa de deportes, se descubrió un artefacto explosivo, que pudo ser desactivado por la policía.

Cuatro meses más tarde, la policía detuvo a varios de los acusados, con armas, cerca de la casa del presidente del ultraderechista Pro NRW y fue al investigar ese caso cuando se descubrió la conexión de Marcos G. con la bomba de la estación de Bonn, en la que se hallaron huellas de su mujer y su hijo.

El grupo de condenados hoy había planeado asesinar al líder de la formación ultraderechista después de que Pro NRW organizara diversas concentraciones cerca de mezquitas en las que se mostraron caricaturas islamófobas.

En el proceso, que duró más de dos años y medio, la defensa reclamó la absolución de los acusados.

Los investigadores no encontraron un mecanismo de detonación de la bomba, por lo que alegaba que se trató de un artefacto falso y que no se podía probar la verdadera intención de matar.