Los dos millones de habitantes de Gaza han visto en los últimos días cómo Hamás ha fortificado el bloqueo impuesto por Israel y respaldado por Egipto, desde que el grupo islamista anunciara el cierre de su frontera norte en represalia por el asesinato hace una semana de uno de sus líderes.

La vida se hace aún más difícil para enfermos, comerciantes y pescadores que ya tenían problemas para ser atendidos o desempeñar sus trabajos en las circunstancias habituales, desde que los islamistas sellaran el domingo 26 de marzo y por primera vez desde que llegaron al poder en 2007 el paso fronterizo de Beit Hanún que controlan, justo antes del de Erez (que da salida a Israel).

Este último, al norte, junto con el de Rafah, al sur y gobernado por Egipto, son las dos únicas puertas al exterior para personas del enclave costero bajo bloqueo.

Pero el asesinato a tiros el viernes 24 de uno de los altos mandos del grupo, Mazen Fuqaha, por unos enmascarados a las puertas de su casa en ciudad de Gaza, ha provocado una reacción de sanción ante un delito del que Hamás culpabiliza a Israel mientras estrecha el cerco en la Franja para buscar a los responsables.

"Pueden viajar a través del paso pacientes menores de 15 años y mayores de 40, así como los familiares en los mismos rangos de edad de prisioneros en cárceles israelíes y tres ministros gazatíes del gobierno de reconciliación", especificó el Ministerio del Interior en un comunicado difundido entre los periodistas.

Personal humanitario, de organizaciones internacionales o diplomáticos también han quedado inmovilizados por las restricciones que, según advirtió esta semana la Agencia para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), "están teniendo un impacto negativo en los sectores ya vulnerables de la franja".

Emad Abu Aasi, de 35 años, tenía esta semana una cita en un hospital israelí para que su bebé de seis meses, Jaled, fuera tratado del grave problema de corazón que padece.

"No he podido llevar a mi hijo al centro médico y he perdido la cita que había tardado tres semanas en gestionar y que finalmente habíamos cerrado para este jueves", cuenta Abu Aasi.

Este padre pide a las autoridades que gobiernan de facto la franja palestina que le dejen ir al hospital para que su hijo reciba atención médica, asegurando que entiende los motivos del cierre, "pero debe haber una solución a esta situación" que ha causado el mismo problema a al menos 79 personas, contabilizó esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Zakareya Baker tiene 45 años y un barco de pesca que no puede sacar a la mar desde el domingo, lo que le ha mantenido sin trabajo y sin ingresos durante una semana.

Es uno de los cerca de 3.000 pescadores de Gaza a la espera de que Hamás levante la prohibición de salir al ya reducido perímetro de seis millas en el que Israel les permitía pescar antes de la imposición de estas nuevas restricciones.

"El mercado de pescado está prácticamente vacío", explica Baker, que sin embargo, también asegura comprender la decisión dado que "lo que pasó el viernes fue un gran crimen".

Y se mostró esperanzado ante una pronta cancelación de las limitaciones porque en estos momentos "Gaza está totalmente aislada, con todas sus fronteras cerradas por Israel, Egipto y Hamás".

El presidente de la Asociación de Empresarios del enclave, Ali al Hayek, remarca que la situación es muy delicada, aunque su entidad se mantiene en permanente contacto con las autoridades para intentar facilitar en lo posible la vida de los residentes.

De acuerdo a cifras recientes de la ONU, "prácticamente no hay salidas registradas desde el 24 de marzo" de empresarios y comerciantes, que generalmente gozan de permisos israelíes especiales para cruzar al país.

"Realmente no quiero hablar en detalle sobre este caso, pero lo que sí digo es que todos nosotros estamos esperando a que esta situación se resuelva", confió Al Hayek.