Si la moda debe ser de por sí reivindicativa y transgresora, el feminismo ha vuelto a ser el grito central de la pasarela en un gesto que a veces pasa por detalles como convertir el armario masculino en prendas para mujer, como propusieron hoy Leonard Paris, Véronique Branquinho y Valentin Yudashkin.

Una original forma de concebir una propuesta de moda invernal es sin duda buscar la inspiración en la naturaleza y las flores, estampado por antonomasia del verano: Leonard Paris lo consiguió hoy en París presentando el viaje de una mujer por Carrara, centro de la industria marmolística italiana.

Las estrías naturales de las rocas de una cantera de mármol quedaron reproducidas en originales estampados gráficos con formas geométricas en blanco, rojo, azul noche y violetas.

Esta idea de naturaleza, de lo orgánico y lo femenino, contrastó con siluetas masculinas gracias a trencas "oversize" y chaquetas deportivas que alternaron con largos vestidos de seda plisados, estolas y abrigos de pelo en un "patchwork" de colores.

La diseñadora Christine Phung sigue trabajando así en la modernización de la firma con una técnica que comienza a parecer una mezcla de poesía y matemáticas, que entra en juego en cada una de sus creaciones, dirigida a una mujer "rigurosa pero espontánea".

En la segunda parte de la colección, las pequeñas flores que surgen en ocasiones de entre las rocas, casi como un guiño de esperanza, fueron las protagonistas, actualizando así uno de los estampados más preciados de la casa de moda que renace de sus cenizas gracias al trabajo de Phung.

"Ha sido un trabajo sobre el grafismo, los colores radiantes, los estampados y los bordados", explicó Phung a EFE.

Un reto ya que "no es tan fácil introducir colores en invierno", pero la marca lo ha conseguido con tonos turquesas, violetas y burdeos.

Otro tipo de masculinidad fue la que introdujo Véronique Branquinho en su línea otoño-invierno 2017/2018, que se presentó hoy durante la penúltima jornada de la Semana de la Moda de París, en un alternativo garaje del distrito 16 de la capital, cerca de la famosa plaza de Trocadero.

Branquinho se centró en las chaquetas masculinas de las que sacó un sinfín de versiones, como un modelo en capa, otro diseño que se llevó atado a la cintura o una transformación de la prenda en monos, y faldas largas hasta los pies.

Tan solo algunos bodys transparentes con cristales bordados y zapatos, también con cristales, incluyeron el toque de alegría a una línea sobria y hasta triste en su puesta en escena, donde no faltó el Lacrimosa de Mozart para acompañar a las modelos sobre la pasarela.

"Es el regreso de mi gran amor, el trabajo de sastre. Quería una silueta estricta, severa, por lo que hay mucho trabajo en el corte", describió la diseñadora.

De ahí los cuellos y las exageradas mangas que acompañaron las chaquetas, guardando también una estética de uniforme de trabajo, combinado con camisas de algodón lavado, para un efecto más juvenil y contemporáneo.

"Me gustaba la idea de introducir un contraste entre la colección masculina y los zapatos y los bodys, de danza, casi de cabaret, que son todo lo contrario, con todos esos cristales incrustados", añadió Branquinho.

Tanto el maquillaje como el peinado acompañaron esta idea de dureza, con el cabello liso completamente liso y con efecto mojado, y oscuras líneas en torno a los ojos para enmarcarlos.

Un punto gótico que contrastó con un detalle que la moda suele reservar a los niños pequeños, como son las medias tupidas blancas.

Por último, Valentin Yudashkin, otro asiduo de la pasarela parisina y uno de los diseñadores rusos más famosos, también se inclinó por esta transformación de las prendas masculinas en una propuesta final ecléctica, elegante, sensual y delicada.

"El acento está sobre las formas y los detalles de la imagen masculina, transformadas para integrarse en la colección femenina", explicó Yudashkin en una entrevista en el periódico francés La Dépêche.

Jerséis en tricot, sudaderas con capucha, pantalones amplios, faldas de talle alto y rectos vestidos ajustados dan forma a una colección súper utilitaria, con abrigos largos y zapatos también masculinos como botas militares, oxford y botines.

En los materiales, no faltó el cuero, la lana y el pelo para incidir en los tejidos ricos que tanto gustan al ruso, en una colección dominantemente negra.