El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman falleció ayer a los 91 años en Leeds, donde residía desde hacía años, según informó el periódico de su país Gazeta Wyborzca y distintos medios españoles.

Bauman fue uno de los intelectuales más destacados de todo el siglo XX. Muy crítico con la sociedad de consumo, acuñó el concepto de modernidad líquida, que desarrolló en numerosas publicaciones a lo largo de su vida.

La vida de Bauman fue dura. Era un niño cuando su familia, judía, huyó de Polonia y del nazismo a la Unión Soviética. En 1968 tuvo que abandonar el país, desposeído de su puesto de profesor y expulsado del Partido Comunista en una purga marcada por el antisemitismo tras la guerra árabe-israelí. Acabó renunciando a su nacionalidad, emigró a Tel Aviv y se instaló después en la Universidad de Leeds, donde desarrolló la mayor parte de su carrera.

Su obra, que se inició en los años sesenta, ha recibido numerosos galardones, entre ellos el prestigioso premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010, junto a su colega Alain Touraine.

El "padre" de la modernidad líquida recibió el Príncipe de Asturias en el año 2010

Bauman defendió siempre la necesidad de ir más allá de las convicciones preestablecidas y de intentar comprender los matices. "Nosotros, humanos, preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio y transparente donde el bien y el mal, la belleza y la fealdad, la verdad y la mentira estén nítidamente separados entre sí y donde jamás se entremezclen, para poder estar seguros de cómo son las cosas, hacia dónde ir y cómo proceder. Soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan hacerse y las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprender", dijo cuando se le otorgó el Príncipe de Asturias.