Helios Edgardo Quintas sufrió una profunda depresión y ha escrito un libro, "Momentos de lucidez. Cómo superé mi depresión", para ayudar a los que la padecen revelando cómo logró salir del pozo y advertir de que "las posibilidades de contraerla son muy grandes y nadie está libre de padecerla".

La depresión es una enfermedad que afecta, según la Sociedad Española de Psiquiatría, a entre el 8 % y el 15 % de la población mundial a lo largo de su vida y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2030 será la segunda causa de discapacidad.

En una entrevista con Efe, Quintas, de 55 años, originario de Argentina y vecino de Cornellà (Barcelona) desde hace 12 años, ha explicado que en 2010 le diagnosticaron una depresión "que casi acabó" con su vida y que uno de los objetivos de escribir el libro es "ayudar a visibilizar la dolencia".

En "Momentos de lucidez", Quintas se desnuda emocionalmente y explica con detalles muy personales el proceso por el que pasó durante su depresión al tiempo que enumera distintos síntomas a través de los cuales la enfermedad puede manifestarse, para que los afectados y los que están a su alrededor puedan "comprenderla" y "pasen a la acción".

Según Quintas, escribiendo el libro encontró "un camino para poder ayudar a mucha gente que lo está pasando mal". "Cuando sufrí la enfermedad hubiera querido tener un libro así", subraya.

El autor asegura que, aunque "hay cantidad de detalles cotidianos y síntomas descritos en los libros escritos por profesionales, nunca tratan el tema desde el punto de vista de la vivencia", por lo que decidió escribir "Momentos de lucidez".

Confiesa que el libro nace de unos primeros borradores redactados durante su tratamiento que le ayudaron a estudiar y a profundizar en el "por qué estaba enfermo".

"No es más que la puesta por escrito de lo que comprendí por dentro de las depresiones y cómo una personalidad podía verse afectada por unos síntomas que, a pesar de ser el origen de todo, parecían estar totalmente desconectados", subraya.

En su libro, el autor describe que cayó en la depresión con "un machaque de pensamientos negativos", que sentía miedo de ser "un farsante" y que postergaba todo, además de padecer una "ira descontrolada" y enfadarse "por todo".

"Hacía autocrítica maligna y no escuchaba opiniones", confiesa, Quintas, que sintió "soledad", "sensación de peligro económico" y sufrió "indecisiones permanentes" con "una amargura constante, miedo y sensación de túnel y de desesperación".

La pérdida de humor le llevó a estar mal con su familia y amigos, tenía insomnio, ardores estomacales, pérdida de memoria y concentración, le tiritaba la mandíbula, llamar por teléfono se le hacía una montaña, en la ducha le asaltaban los pensamientos negativos y llegó a perder su "plan de vida" para pensar en el suicidio.

Diagnóstico, terapia y tratamiento y hacer frente a su jefe para plantearle la idea de que tenía que dejar de trabajar un tiempo, para tratarse de la depresión fue "una de las pruebas más difíciles" que realizó en su vida, rememora.

"Fue muy duro reconocer que tenía que tomar medicación" para suplementar la terapia conductual que seguía, y que le ayudó a tener una nueva relación consigo mismo y con su entorno, ha recordado.

Quintas cree que en la sociedad española hay "mucho desconocimiento" sobre la depresión ya que no toda la información se ha transmitido a los posibles afectados, "lo que contribuye a que los pacientes crean que es por su culpa".

"La depresión ataca a todo el mundo. Es importante ver todas las situaciones de otra forma y es muy importante el apoyo de los profesionales, pero también de la familia y una participación activa por parte del afectado", sentencia Quintas.

Agradece la labor de los médicos de cabecera, pero reprocha que "tendrían que estar mucho más preparados para detectar" y derivar a los pacientes a los especialistas que van a iniciar el tratamiento o poder "disponer de otras herramientas para la detección" de la depresión.

Una vez empezado el proceso de curación, el autor subraya que es necesario "entender los síntomas" con que se manifiesta la enfermedad y acudir al médico, que "siempre tiene la última palabra", pero recalca que este no debe "recetar medicamentos por que sí" y rechaza por completo la práctica de la automedicación.

El autor explica que durante su tratamiento tenía miedo del contacto con las personas: "Yo antes de la depresión vivía con un sentimiento de culpa y esta culpa me llevó a pensar que no tenía sentido mi vida y que era mejor que me matara" y en cambio, "ahora mi vida tiene todo el sentido del mundo", recalca.