Mientras en otras partes del mundo la muerte de Fidel Castro fue recibida con pesar, en Miami centenares de personas la celebraron al poderoso ritmo de la conga y con el deseo de que la algarabía llegue a Cuba y anime a hacer cambios.

Más de ocho horas después del anuncio hecho en La Habana por Raúl Castro, presidente de Cuba y hermano de Fidel, los gritos exaltados por la libertad y el fin del régimen castrista aún seguían sonando junto a la música a las puertas del restaurante Versailles.

Por este corazón del exilio cubano en Miami pasaron cientos de personas en las últimas horas. "Viva la libertad, abajo la tiranía". Bajo esa consigna, el exilio llenó un amplio tramo de la Calle Ocho, donde los reunidos entonaron con pasión el himno de Bayamo, símbolo de la nación cubana, y con más fuerza si cabe el verso "morir por la patria es vivir".

Los presentes, conscientes de que en la Isla el ambiente es muy distinto, quisieron gritar más alto y más fuerte.

Ana Cristina Carrodeguas, esposa del alcalde de Miami, Tomás Regalado, dijo que recibieron llamadas desde la Isla en las que les contaba que estaban celebrando en privado, sin hacer ruido.

Al Versailles llegaron sobre todo jóvenes, muchos de ellos vestidos de noche, salidos de los locales de ocio, sabedores de que la fiesta estaba ayer en la calle.

Para el alcalde, que pasó toda la noche junto a sus convecinos, esa celebración espontánea y legitima de los jóvenes, a pesar de su motivo luctuoso, es reflejo del sentimiento de sus padres y abuelos, muchos de ellos ya desaparecidos y que no pudieron vivir la desaparición del líder cubano.

Óscar García, de 22 años y que llegó hace 11 a Miami, dijo que, ellos, hijos y nietos del exilio, aunque no pueden sentir la felicidad total que ayer tenían sus padres y abuelos, esta noticia era también algo propio.

"Lo sentimos como algo nuestro, y sabemos que aunque no es todo, la muerte de Fidel va a suponer un cambio, no como el que quisieran los cubanos, pero todo es posible, sobre todo hoy", indicó.

Mucho más veterano, Luis Voldeán, de 78 años, se felicitó de que haya muerto la "primera bestia, que cambió una Isla acogedora en el infierno en la tierra".

"Llegó la hora. Dios no nos abandonó, pero nosotros tenemos que hacer nuestra parte. En Cuba hay muchos fidelistas, pero no hay ningún raulista. Se fue el Robín Hood, el niño lindo, y las fuerzas armadas deben proteger al pueblo, si no lo hacen son unos cobardes, pero yo creo que habrá sorpresas pronto", señaló. "Murió la rata" o "Satanás achicharrado", añadió.