Cuba afronta la desaparición de Fidel Castro inmersa en la "actualización" de su economía socialista con reformas impulsadas por su hermano Raúl cuyos resultados son aún una incógnita, también a la espera de una posible paralización del deshielo con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

En sus últimos años, el hombre que convirtió a Cuba en aliada de la extinta URSS y que declaró irreversible el socialismo en la Isla asistió desde su retiro a un plan de apertura emprendido por su hermano y sucesor, Raúl Castro, para garantizar la supervivencia de una revolución que siempre tuvo en la economía una de sus asignaturas pendientes.

Cuando en 1959 los "barbudos" liderados por Fidel Castro derrocaron al dictador Fulgencio Batista, Cuba era un país con enormes desigualdades sociales y con una elite enriquecida a la sombra del negocio azucarero y las trasnacionales estadounidenses.

Pero "se acabó la diversión: llegó el comandante y mandó parar", como dice la canción de Carlos Puebla. La Ley de la Reforma Agraria y la nacionalización de las propiedades norteamericanas en la isla de Cuba fueron las primeras medidas económicas más importantes tras el triunfo de la Revolución.