El presidente del Banco Popular, Ángel Ron, ha conseguido esta semana el respaldo de los principales accionistas de la entidad y un voto de confianza al proyecto de crear una sociedad inmobiliaria a la que traspasar buena parte de los activos tóxicos de la entidad.

El Consejo de Administración del grupo financiero se reunió el pasado miércoles y siguió dando pasos para la puesta en marcha a principios de 2017 de un "banco malo" que le permita sacar de su balance 6.000 millones de euros procedentes del ladrillo, con la elección de los dos máximos responsables de esta nueva compañía.

La reunión del máximo órgano de gestión del Popular estaba en el foco de todas las miradas porque se temía que algunos accionistas de referencia, entre ellos el representante de la familia del mexicano Antonio del Valle, pusiera en duda la continuidad de Ron.

A finales de 2013, el magnate y otros inversores latinoamericanos suscribieron una alianza con el Popular, en la que se comprometieron a hacerse con un 6 % del capital del banco, una participación que actualmente y tras la última ampliación de capital se sitúa en un 4,25 %.

Sin embargo, según fuentes próximas al consejo de administración consultadas por Efe, los miembros de este órgano dieron su apoyo unánime al presidente y a la estrategia promovida por el banco para contentar a los mercados, limpiar su balance y seguir como entidad independiente.

De hecho, este último punto es uno de los que más fricciones ha provocado en el pasado, ya que el propio Antonio del Valle inició, de espaldas al Consejo de Administración del Popular, contactos con los máximos responsables del Banco Sabadell y algunos accionistas de esta entidad con la vista puesta en una fusión, añaden las fuentes.

El empresario mexicano, de origen asturiano, viendo las enormes pérdidas que había sufrido desde que entró en el capital del banco, apostaba por una fusión con otro competidor, opción que verían con buenos ojos otros miembros del consejo de administración, como José María Arias, expresidente de Banco Pastor, y Reyes Calderón, consejera coordinadora.

No obstante, este escenario jamás se ha planteado en una reunión del Consejo de Administración del Popular, que sigue abogando por la independencia de la entidad y respaldando la estrategia impulsada por su presidente.

El banco destaca que, a pesar de los bajos tipos de interés, su negocio puramente bancario le permite ganar aún unos 1.000 millones al año, aunque la realidad es que las pérdidas que le ocasiona su exposición inmobiliaria y un gran volumen de activos adjudicados reducen notablemente esos beneficios.

Para separar claramente estas dos actividades surgió el proyecto Sunrise, que lleva aparejado el trasvase de activos inmobiliarios a una nueva sociedad, siempre que el Banco Central Europeo (BCE) y la CNMV no pongan obstáculos a esta segregación.

Además, Banco Popular se ha volcado en un nuevo plan de negocio para sacar la máxima rentabilidad a su actividad comercial, en la que posee una cuota del 17 % en el segmento de pymes, y ha aprobado un ajuste de personal que le permitirá reducir algo más del 20 % de su plantilla en España para ganar eficiencia.

Los próximos meses serán decisivos para vislumbrar el futuro del Banco Popular, la compañía española que más ha sufrido en bolsa, pues ha perdido el 68,89 % de su valor desde que comenzó el año, sus acciones están en mínimos, en 0,836 euros, y su capitalización ha retrocedido hasta apenas 3.500 millones.