El IES Cabrera Pinto se ha convertido por derecho propio en referencia de la educación en la Isla y en Canarias durante los dos últimos siglos, un tiempo en el que ha crecido su impronta gracias a la labor de las distintas comunidades educativas que década tras década han impulsado su historia desde que viera la luz en 1792. Y parte de esa historia es su reloj, que ya en 1905 coronaba el campanario del instituto marcando sus horas hasta que en 1990 impulsó su último "tic-tac".

Ahora, 25 años después, este ingenio francés, que llegó a la Isla gracias al relojero tinerfeño J. Alexander y la sociedad lagunera, vuelve a cobrar vida por la labor de Avelino Moreno, restaurador y representante de la sección de Relojes Históricos del Cicop, que desde el mes de febrero ha venido trabajando de forma desinteresada para que el Cabrera Pinto recuperara su tiempo, ese que generaciones de laguneros y tinerfeños, en general, han podido disfrutar durante los dos últimos siglos.

"Esta maquinaria es una pieza única, un ingenio que se ha rescatado y que en la mayoría de las ocasiones en otras circunstancias pasa desapercibida y acaba en la chatarra, aún siendo patrimonio de todos. Ahora en el Museo del Cabrera Pinto queda para el disfrute de las próximas generaciones", explicó el experto.

Moreno quiso, además, aplaudir el trabajo de la propia comunidad educativa por el interés y el trabajo que realiza a diario y su propia protección del patrimonio. "Es una pieza que forma parte del patrimonio que ahora queda para ser visitada por el público", dijo.

Al respecto, el director del instituto, Juan Rodríguez, reconoció sentirse "contento por la recuperación de esta referencia. Es el inicio -dijo- para poner en valor y hacer visible otras muchas cosas de los fondos del centro que necesitan una restauración. Con ello se pondrá en valor la propia historia del centro, que ha crecido con la ciudad durante generaciones".

En la misma línea, uno de los colaboradores de la Asociación de Amigos del Museo Histórico del Instituto Cabrera Pinto, Santiago Orduña, recordó que "la compra del reloj se realizó por colecta popular a principios del siglo XX y estuvo funcionando hasta 1990, momento en el que se sustituyó por uno eléctrico. El trabajo de Avelino Moreno ha sido espectacular, la maquinaria estaba muerta y oxidada y la ha restaurado. Es una auténtica maravilla escuchar este tic-tac. Es una satisfacción verla, una maquinaria que tiene personalidad", dijo para concluir.