El ataque perpetrado hoy contra un hotel de lujo en Bamako es el mismo de este tipo que se registra en el país africano este año, en todos los casos ejecutados por yihadistas que tenían como objetivo establecimientos donde se reúnen los occidentales en Mali.

El pasado 6 de marzo, un restaurante de la capital llamado La Terrace fue atacado por dos hombres enmascarados que irrumpieron en la noche de ese viernes, en hora de máxima afluencia, y dispararon a ciegas contra los asistentes, además de lanzar varias granadas.

Murieron en aquel ataque dos europeos (un francés y un belga) y tres malienses y varias personas quedaron heridas, y quedó claro entonces que el objetivo era un centro de ocio concurrido por la numerosa colonia extranjera (militares, cooperantes, diplomáticos) de Bamako.

El ataque fue reivindicado por el grupo Al Murabitún de Mojtar Belmojtar, fundado en 2013 y resultante de una escisión de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). Belmojtar, de nacionalidad argelina, es una de las personalidades más escurridizas de los grupos terroristas que se mueven en el Sahel en los últimos años, y se le ha dado por muerto tantas veces como ha reaparecido después en activo.

El segundo ataque similar al de hoy tuvo lugar el 7 de agosto (también un viernes, día festivo en la mayor parte del mundo musulmán) en la periferia de Mopti, ciudad del norte de Mali donde la inestabilidad es alta debido a la presencia de grupos armados tuaregs, milicias rivales progubernamentales y grupos yihadistas que se esconden en los alrededores.

El hotel Byblos de Sévére (ciudad pegada a Mopti), también base de los extranjeros que negocian o cooperan en el convulso norte de Mali, fue tomado al asalto por un grupo de yihadistas que se apoderaron del lugar durante casi 24 horas y que fueron desalojados tras una operación que se saldó entonces con siete muertos, dos de ellos terroristas.

Los cinco clientes del hotel muertos eran un occidental y cuatro militares africanos de la Misión de la ONU Minusma, que tiene en Mali a más de 11.000 agentes desplegados en una de las misiones de mayor riesgo del mundo, sin que hayan conseguido aportar estabilidad al país.

La toma del hotel Byblos fue reivindicada por un grupo yihadista local, el Frente de Liberación de Macina, dirigido por un notorio salafista llamado Amadou Kouffa, aliado circunstancialmente con uno u otro grupo salafista de los que se mueven por la zona del Sahel.

En el caso de hoy, el ataque ha sido reivindicado por dos grupos yihadistas, que dicen haber actuado conjuntamente, lo que constituiría toda una novedad en el volátil escenario maliense: se trata de Al Murabitún y de sus antiguos aliados del AQMI, lo que podría significar que las alianzas se están replanteando en esta región.

Otro de los grupos yihadistas activo en Mali, Ansar al Dine, dirigido por otro histórico rebelde del Sahel, Iyad Ag Ghali (reconvertido de independentista tuareg en yihadista), publicó el pasado miércoles un vídeo en el que pidió a sus simpatizantes continuar la lucha contra Francia, al tiempo que denunció el acuerdo de paz alcanzado hace meses entre el Gobierno de Mali y los separatistas.

Francia, antigua potencia colonizadora en Mali, sigue siendo el principal sostén político y económico del país, y tiene además un contingente de varios cientos de soldados desplegados dentro de la llamada "Operación Barkhane", un despliegue de 3.000 soldados activos en varios países del Sahel con dos bases principales, Gao (Mali) y Yamena (Chad).