El secretario de Estado de EE. UU., John Kerry, calificó hoy de "una combinación del medievo y un fascismo contemporáneo" la serie de atentados terroristas que se cobraron anoche en París la vida de al menos 127 personas.

"Hemos hablado de los acontecimientos en París, que han seguido a los atentados terroristas en Beirut e Irak. Hemos coincidido que estos actos son inaceptables en nuestro planeta", dijo Kerry tras reunirse en Viena con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, según medios rusos.

Los dos ministros mantuvieron una reunión bilateral instantes antes de que arrancara la segunda ronda de conversaciones sobre el futuro de Siria, que congrega en un hotel vienés a los titulares de Exteriores de casi una veintena de países, liderados por Rusia y Estados Unidos.

"No hay justificación para los actos terroristas" y no hay cabida para la tolerancia hacia la barbarie, dijo a su vez Lavrov.

El jefe de la diplomacia rusa se mostró confiado en que la reunión interministerial de Viena permitirá avanzar hacia la unidad de toda la comunidad internacional para hacer frente a los yihadistas.

"Como ha dicho John Kerry, no tenemos excusa para no hacer más para derrotar al Estado Islámico y Al Nusra", subrayó.

Hace dos semanas, los ministros de Exteriores de varios países -entre ellos Rusia, EEUU, Arabia Saudí e Irán- mantuvieron una cita en la capital austríaca que supuso el comienzo de un nuevo proceso diplomático para tratar de impulsar un alto el fuego y una transición política en Siria.

En la reunión de hoy, la intención es empezar a tocar puntos concretos como, por ejemplo, cuáles de los cientos de grupos que combaten en el país árabe deben ser considerados terroristas y, por tanto, descartarlos en la búsqueda de la paz.

Uno de los principales escollos al que se enfrenta la comunidad internacional es el futuro del presidente sirio, Bachar al Asad, quien solicitó a finales de septiembre la intervención rusa contra las posiciones del Estado Islámico (EI) en su país.

Su papel sigue enfrentando a Rusia e Irán, por un lado, y a EE. UU., Arabia Saudí y Turquía, por el otro.

Mientras Moscú y Teherán insisten en la participación en el proceso político de todos los sirios, incluidos Al Asad y sus partidarios, Occidente, Ankara y las monarquías árabes exigen la renuncia del mandatario sirio, al que acusan de ser parte y causa del ascenso del yihadismo en su país.