El gobierno de Australia condenó hoy los atentados en París y ofreció su ayuda a las autoridades francesas, mientras decidió mantener el nivel de alerta alta, vigente desde septiembre de 2014.

"Nos solidarizamos con el pueblo de Francia en la condena de estos ataques horribles y devastadores", dijo la ministra de Exteriores, Julie Bishop, en rueda de prensa.

Bishop indicó que se reunió con el primer ministro en funciones, Warren Truss, miembros del comité nacional de seguridad, y con el jefe de la Organización de Inteligencia de Australia (ASIO), Duncan Lewis, para valorar la situación tras los atentados.

"Nuestro centro de evaluación de amenazas dentro del ASIO está siguiendo la situación para valorar si es necesario modificar la evaluación de seguridad de Australia", dijo Bishop.

"En este momento no tenemos intención de modificar el nivel de la amenaza", añadió.

El primer ministro, Malcolm Turnbull, confirmó poco después esta decisión en una intervención retransmitida por la cadena ABC desde Alemania, donde el mandatario se encuentra a la espera de viajar a Turquía para participar en la cumbre del G20.

"Nuestras agencias de seguridad no creen que haya ninguna prueba en este momento que justifique un aumento del nivel de alerta", indicó Turnbull, que reiteró la "absoluta solidaridad y compromiso" de Australia con Francia en la lucha contra el terrorismo.

"Esta es una batalla global por la libertad y en contra de aquellos que buscan suprimirla en favor de una tiranía religiosa. Una amenaza en el nombre de dios pero que en realidad es obra del diablo", dijo Turnbull.

El Gobierno de Australia elevó la alerta por terrorismo a "alta" en septiembre de 2014 y comenzó a presentar leyes para ampliar los poderes de las agencias de seguridad e inteligencia mientras se sucedían varios incidentes.

En diciembre, un autoproclamado clérigo iraní tomó varios rehenes en una cafetería en el centro de Sídney, un asalto que se saldó con tres muertos, incluido el secuestrador.

En septiembre del año pasado un joven yihadista fue abatido en Melbourne por la Policía después de que apuñalara a dos agentes y en octubre de este año otro joven murió en circunstancias similares tras matar de un tiro a un trabajador administrativo de una comisaría de Sídney.