Isabel II supera hoy a la reina Victoria como la soberana británica que más tiempo ha estado en el trono en el Reino Unido.

Nacida el 21 de abril de 1926, Isabel Alejandra María, soberana del Reino Unido y de varios países de la Commonwealth (Mancomunidad Británica de Naciones), fue la hija mayor del rey Jorge VI y la reina Isabel, educada por tutores y sin que su llegada al mundo estuviera marcada para regir los destinos del Reino Unido.

Por entonces, Isabel era tercera en la línea de sucesión al trono, después de su tío Eduardo y su padre, pero su futuro dio un giro cuando tenía 10 años, después de que Eduardo VIII abdicase para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson.

En diciembre de 1936, Isabel se convertía en heredera al trono al asumir su padre, el príncipe Alberto, el reinado como Jorge VI.

Antes de estos cambios, que pusieron a prueba la supervivencia de la monarquía británica, Isabel había tenido una infancia feliz, disfrutaba de pantomimas y jugaba con otras niñas de su edad en casa gracias a un grupo creado especialmente para ella, pues su paso por la escuela estaba descartado por aquella época.

Su familia la llamaba Lilibet y desde pequeña era amante de los perros y los caballos y estaba muy unida a su hermana, la princesa Margarita, cuatro años más joven que ella.

Tras convertirse en princesa heredera, Isabel recibió una educación más especializada, con especial énfasis en historia y mientras su país entraba en la II Guerra Mundial.

De adolescente participó como subalterna honoraria del Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres y tomó clases para conducir y de reparación de vehículos durante el conflicto bélico.

Ya por entonces intercambiaba correspondencia con el apuesto príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, con el que se casaría dos años después de la guerra, el 20 de noviembre de 1947, cuando el rey Jorge VI le concedía a Felipe el título de duque de Edimburgo.

Siendo aún princesa heredera, Isabel tuvo al príncipe Carlos y a la princesa Ana, antes de que su padre falleciera el 6 de febrero de 1952 y ella pasara a convertirse en la reina Isabel II.

Fue durante una visita oficial a Kenia donde Isabel recibió la noticia y regresó inmediatamente a Londres, donde le esperaba el entonces primer ministro, Winston Churchill, para comenzar uno de los reinados más importantes y exitosos de la historia.

Unos años más tarde nacerían dos hijos más, los príncipes Andrés y Eduardo, mientras Isabel II y el duque de Edimburgo mantenían una apretada agenda de trabajo y disfrutaban de gran popularidad.

Con una actitud estoica ante los momentos más difíciles, Isabel II fue testigo de crisis económicas, cambios demográficos, pérdida de colonias, guerras, el terrorismo del Ejército Republicano Irlandés (IRA), el florecimiento de las letras y las artes y, también, de tragedias familiares, como la muerte de Diana de Gales.

Isabel II tuvo que lidiar con el divorcio de tres de sus cuatro hijos -Carlos, Ana y Andrés-, aunque fue la separación en 1992 de los príncipes de Gales, Carlos y Diana, uno de los momentos más difíciles de su reinado, simbolizado con su famosa frase "annus horribilis", pronunciada a finales de ese año.

Fue también la muerte en un accidente de tráfico en 1997 de la princesa Diana la que puso a prueba su reinado, visto como frío e indiferente al quedarse la familia real en Escocia mientras la gente lloraba y colocaba flores en el palacio de Buckingham.

Pero Isabel II demostró estar a la altura de los acontecimientos al escuchar los consejos del entonces primer ministro Tony Blair y regresar al palacio de Buckingham, de donde salió para hablar con la gente y leer los mensajes dejados por los británicos.

Sus últimos años fueron exitosos gracias a la boda del príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles, y la de los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina.

Isabel II mantiene la promesa que hizo en un mensaje por radio cuando tenía 21 años: "Toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio".