Garachico revive, cada cinco años, una gran erupción festiva. Las Fiestas Lustrales del Santísimo Cristo de la Misericordia, que este año se celebran del 23 de julio al 2 de agosto, son, pese a su originalidad y arraigo popular, casi desconocidas para muchos isleños y visitantes.

Desde hace semanas, cientos de vecinos de la Villa y Puerto se afanan en los laboriosos preparativos de una fiesta hecha mayoritariamente a mano por garachiquenses voluntarios y anónimos.

Las Fiestas Lustrales de Garachico tienen tres ingredientes fundamentales: los Fuegos del Risco, las carrozas alegóricas y la decoración de espacios y edificios públicos. Tres ingredientes que salen del trabajo de cientos de personas que, desde hace semanas, dedican su tiempo libre a preparar carrozas, flores de papel o bolas que arderán ladera abajo.

Los vecinos son los encargados de construir y decorar seis carrozas, auténticas obras de arte con estilo propio que requieren meses de trabajo. Vecinos de todas las edades trabajan en la calle o en salones para confeccionar cientos de miles de flores de papel, que son uno de los elementos principales de estas carrozas, que se hacen también con elementos madera, corcho o papel.

Otros vecinos usan estas flores para adornar calles, plazas y edificios, como el Ayuntamiento garachiquense, donde Pepe Sánchez realizará una decoración inspirada en la obra del arquitecto Antonio Gaudí.

El fin de semana grande de las fiestas lustrales de 2015 será el sábado 1 y el domingo 2 de agosto. El sábado se podrá disfrutar del desfile de las seis carrozas alegóricas y el domingo de una original (y volcánica) exhibición pirotécnica.

El acto más espectacular de estas fiestas lustrales es, sin duda, el que se produce la noche de los Fuegos del Risco, el próximo 2 de agosto. Un reducido grupo de personas se encarga de devolver la lava incandescente a las laderas de Garachico, muy cerca de donde se ubicaba el antiguo puerto. Con el apoyo logístico del Ayuntamiento garachiquense, estos hombres reactivan la furia del volcán de Trevejo (o Montaña Negra), que en 1706 destruyó el puerto y parte de Garachico, con la ayuda de fuegos artificiales y bolas incandescentes que ruedan ladera abajo.

Del barril de madera relleno de piñas de pino se ha evolucionado a hachitos de piñas de millo secas impregnadas en gasolina y gasoil; a bolas hechas con tela de saco y, en alguna ocasión, algún neumático en llamas que realiza el recorrido cuesta abajo a gran velocidad. Las bolas se hacen con sacos llenos de piñas de pino y piedras, envueltos a su vez en varios sacos impregnados con gasoil y gasolina.

En la oscuridad de la noche, los objetos incandescentes que caen por la ladera recuerdan el efecto de una erupción volcánica.

El historiador garachiquense Carlos Acosta sitúa el origen de esta tradición en el siglo XVII. En "Apuntes generales sobre la historia de Garachico" subraya: "Tenemos noticias de que, ya en 1628, hubo un desembolso económico destinado a los fuegos de la fiesta. El beneficiado de Santa Ana, Francisco Martínez de Fuentes, comenta las fiestas del primer tercio del siglo XVII".

Apenas faltan dos meses para unas fiestas lustrales espectaculares, hechas por la gente, que este año se unirán a las Fiestas de San Roque, del 3 al 16 de agosto.