Hace algo más de 35 años que un accidente de avioneta truncó la vida y la carrera de Félix Rodríguez de la Fuente, el gran precursor de la divulgación de la naturaleza y del activismo medioambiental en España. Su legado pervive y se ha desarrollado a través de la fundación que lleva su nombre, al frente de la que se encuentra su hija Odile. Uno de los proyectos en que se ha embarcado la entidad, "Grandes árboles para la vida", ha sido presentado esta semana en el I Festival Nacional de Biodiversidad, celebrado en el Liceo Taoro de La Orotava. La propia Odile Rodríguez iba a ser la encargada de exponerlo, aunque razones personales le han impedido desplazarse a Tenerife. EL DÍA conversó con ella vía telefónica.

¿En qué consiste "Grandes árboles para la vida"?

Es un proyecto de comunicación que presentamos a la Unión Europea y que fue aprobado. Se centra en generar conciencia en el público en general y también en los niños, a través de un proyecto didáctico específicamente a los colegios, sobre la importancia de los árboles singulares como individuos, no como especies.

¿Son suficientes los contenidos de educación ambiental que se dan en los colegios?

No. El paralelismo debe ser el del inglés. Durante muchos años hemos ofrecido el inglés como una asignatura y no hemos llegado muy lejos. Los que hoy somos adultos aprendíamos algunas palabras, pero como no habíamos ido a Inglaterra ni habíamos hecho inmersión lingüística, no hemos aprendido demasiado. Con la naturaleza pasa lo mismo. Hay que hacer una inmersión en el medio natural. Los niños necesitan vivir la experiencia de cercanía con la naturaleza, de estar cerca de los estímulos del medio natural. Los niños hoy están muy urbanizados y alejados de la naturaleza. Tienen que mancharse, jugar con la tierra..., además de la formación más intelectual que se da en los colegios.

¿Hemos avanzado en España en materia de conservación de la naturaleza o cualquier tiempo pasado fue mejor?

Hemos avanzado muchísimo en términos de legislación. En tiempos de mi padre ni siquiera existía un Ministerio de Medio Ambiente y la legislación era justo la contraria. Había una junta de extinción de animales dañinos y alimañas a través de la cual se premiaba por traer los restos de cualquier depredador. El marco era el opuesto. En eso hemos progresado una barbaridad. Pero, aun avanzando mucho en el sentido legislativo y de conciencia, el impacto de una sociedad posindustrial y tecnologizada es muchísimo mayor de lo que era en tiempos de mi padre. Hay que tomar medidas mucho más drásticas porque se nos va el tiempo. Esto tiene que ver con la cultura generalizada de consumo y con los poderes fácticos, que tienen una visión muy industrial tanto de la producción como del consumo. Eso tiene que cambiar radicalmente. Todavía queda mucho por delante.

¿Es partidaria entonces del decrecimiento?

Sí, totalmente. Hay gente que establece un vínculo entre la palabra decrecimiento e ir hacia atrás. En estos tiempos de crisis ha habido gente, la que no lo ha sufrido de forma más drástica -no hablo de personas a las que han desahuciado o de casos extremos, evidentemente-, cuyo nivel de ingresos era muy alto antes de la crisis y gastaban casi sin pensar. Ahora han tenido que ajustarse el cinturón y se han dado cuenta de que hay cosas en la vida que son muy importantes que no implican un coste, como los valores, la naturaleza, los principios. En lugar de que tu hijo vea 40 películas y tenga cien juguetes, que salga al parque a jugar, que lo va a apreciar más y es incluso mejor. En cuanto al consumo, comprar cosas todos los días para luego tirarlas tampoco tiene sentido. Hay que comprar con mucha más consciencia. En ese sentido es en el que hay que hacer un esfuerzo de decrecimiento: valorar más lo que tenemos, comprar con mucha más consciencia y cambiar esa cultura de usar y tirar.

¿Qué papel han desempeñado en ese avance la figura y el legado de Félix Rodríguez de la Fuente?

Ha sido el referente del que partió todo el movimiento del despertar de la conciencia medioambiental en nuestro país y también en buena parte de Latinoamérica. Cuando la gente piensa en nuestra naturaleza y en nuestros animales más emblemáticos, inmediatamente se le viene a la cabeza la figura de mi padre. Él dio a conocer a muchos españoles una naturaleza que desconocían. Y a los que éramos niños entonces nos hizo conectar con algo que llevábamos instintivamente dentro. Los niños están muy cerca de la naturaleza de una forma natural, pero si no tienen la oportunidad de que alguien los mantenga conectados a eso, la mayoría termina desconectándose.

Usted ha dicho que la naturaleza es Marca España. ¿No la aprovechamos?

Para nada. Ahora que estamos viendo el surgimiento de nuevos partidos políticos, me gustaría ver a alguno plantear la necesidad de apostar por algo nuestro, que nos viene dado por naturaleza, y no por la burbuja inmobiliaria, que nos es ajena, como ha ocurrido hasta ahora. Nuestro fuerte no está en la construcción o en la industria. La gente del resto del mundo sabe que España significa turismo de calidad, que permite acercarse a naturaleza y paisajes que no tienen en otros lugares de Europa. Nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra naturaleza... Los políticos deben apostar por estas cosas e invertir en ellas.

La relación entre la caza y la conservación de la naturaleza es muy compleja. ¿Se han convertido los cazadores en aliados de la conservación?

Ahora mismo la tendencia es la contraria. La caza se ha masificado mucho, se ha desvirtuado el origen, cuando eran menos y más vocacionales. Antes había un mayor porcentaje de buenos cazadores. Entiendo por buen cazador alguien tremendamente comprometido con la naturaleza, aunque lo manifieste de una manera que a mí personalmente me es ajena. Hoy día eso se ha desvirtuado mucho. Hay un número mayor de lo que yo denominaría matarifes, porque ni siquiera se les puede llamar cazadores.

¿Se ha desvinculado la ecología del hombre?

La parte más radical del movimiento ecologista, que piensa que el ser humano es lo peor que le ha podido pasar a la naturaleza y que lo ideal sería que desapareciera la especie humana, parte de un planteamiento erróneo. El mayor logro de la vida con mayúsculas es que haya aparecido la consciencia. La humanidad en sí misma es un enorme logro evolutivo. El ser humano terminará convirtiéndose en el mejor aliado de la vida, y para ello lo que tenemos que hacer los que nos dedicamos a esto es despertar esa consciencia. Somos vida consciente.