Son las doce de la mañana cuando la familia García -los padres y sus tres hijos- se dirigen hacia el sur para disfrutar de una agradable jornada playera. Minutos más tardes sucede un imprevisto; los padres no consiguen localizar al pequeño de la casa y el miedo se apodera de la situación.

Dominados por el nerviosismo y la angustia del momento, los padres llegan al "punto de encuentro de menores" más cercano con la esperanza de que su hijo pequeño haya seguido sus indicaciones y se encuentre allí.

Manuel es un chico con suerte. Recordó lo que sus padres le habían explicado y se dirigió hacia uno de los postes pintados de rojo y blanco, coronados por figuras fácilmente identificables para niños que, como él, se encuentren desubicados, y que han sido habilitados con la intención de que acudan hasta ellos.

El municipio costero de Vélez-Málaga ha estrenado este año una serie de espacios de encuentro para menores consistentes en una decena de postes de más de tres metros de altura y situados cerca de las torretas que usan los vigilantes con el objetivo de que inmediatamente se ponga en funcionamiento el protocolo para localizar a los familiares, según ha explicado el concejal de Playas en el Ayuntamiento, Emilio Martín.

Una escena que se repite simultáneamente en todas las costas, que se intensifica durante todos los días del periodo estival y que no pasa desapercibida para numerosas empresas que han comenzado a comercializar pulseras electrónicas, geolocalizadores o aplicaciones móviles que permiten facilitar la localización.

Así, la empresa concesionaria del servicio de socorrismo en Marbella coloca a aquellos menores que lo deseen pulseras con números identificativos que permiten a los socorristas conocer los datos de los niños si se desorientan.

Diseminados por los 27 kilómetros de litoral marbellí existen 15 módulos de vigilancia donde los padres pueden llevar a sus hijos para que les entreguen una de estas pulseras.

El fenómeno del niño perdido tiene como escenario las casi 3.500 playas registradas en España, y son las más bulliciosas, en las que se pueden llegar a concentrar más de 4.000 bañistas en menos de tres kilómetros, las más proclives a activar este tipo de protocolo.

Aunque en la mayoría de los casos los niños aparecen entre los primeros 15 ó 30 minutos, como afirman los socorristas consultados, en las zonas de gran afluencia como la Costa Brava o la Costa del Sol pueden llegar a desorientarse hasta diez niños diariamente.

Centenares de consistorios despliegan cada año medidas pioneras con la intención de que se reduzcan al mínimo este tipo de incidentes, que la Cruz Roja cifra en 2.500 desapariciones cada temporada.

Los procedimientos que integran "el protocolo del niño perdido" se inician con la recogida de todas las referencias posibles del menor y concluyen con el aviso a las fuerzas de seguridad del Estado, si fuese necesario, como apuntan desde la corporación de Marbella.

No sólo los ayuntamientos son conscientes de este viejo problema. La industria encuentra en esta circunstancia un potente nicho de mercado y aporta diferentes soluciones con las nuevas tecnologías como soporte, incluidas pulseras con códigos QR que permiten a cualquier bañista obtener el teléfono de los padres con solo escanearla a través de un smartphone.

Un sinfín de métodos que hacen confiar, al menos por una vez, en todas las ventajas y posibilidades que brindan las técnicas actuales.

Viejos problemas, nuevas soluciones.