Juli vive en el barrio de Cuesta de Piedra con dos niños enfermos, uno de ellos asmático y atendido en Sinpromi desde hace dos años. Tiene diagnosticada una minusvalía por fibromialgia y solo percibe 200 euros de manutención de uno de sus hijos.

Esta chicharrera debe unos 700 euros a la comunidad de vecinos y varios recibos de agua desde principios de este año. La luz la ha podido pagar poco a poco, pero la instalación eléctrica es defectuosa, con muchos cuartos de la vivienda a oscuras, aunque los vecinos se han ofrecido a ayudarle a arreglarla de manera solidaria.

Solo la ayuda de ONG como Cáritas Diocesana o Familias Chicharreras le permite sobrevivir. También ha recibido ayuda legal por parte del Comité Local del CCN.

Servicios Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz, asegura, no le cubre el gasto de luz, a pesar de que está dentro de la prestación económica de la asistencia social básica. Eso sí, recibe cuatro compras al año, cada una de ellas diseñada para durar un mes.

Afirma que desde que empezó a peregrinar para recibir una ayuda de comida "pasaron tres meses. Piden papeles y papeles. Apenas me dieron un bono para realizar todas esas gestiones y tuve que gastar lo poco que tenía en transporte". Asegura que en Servicios Sociales le han llegado a decir que entregue a los niños si no puede mantenerlos, a lo que se niega en rotundo una mujer y madre que ha sufrido violencia de género.

"No pido para lujos, ni para teléfono, ni para internet, no. Solo para comer", asegura. "No necesito nada, únicamente trabajo, aunque sea a media jornada", valora.

"Ofrecen cursos de autoestima, pero prefiero los de la iglesia porque, al menos, aprendo informática", añade para concluir: "De la comida y los juguetes de acciones supuestamente solidarias no he visto nada. Ni yo ni otros".