29 de mayo. Facebook de "Un futuro para Kilian". En su muro, el siguiente mensaje: "Esta es nuestra pesa del día 12 de mayo y con ella hemos cumplido nuestra meta para este tratamiento. Gracias a todos los que nos habéis apoyado y colaborado en esta causa. Gracias de corazón. Hemos llegado a las 10 toneladas".

No es una historia exclusiva. No son pocas las familias que lo han logrado. Otras muchas lo han intentado. La búsqueda de tapones de plástico que permitan disponer de atención médica en casos concretos se extiende. Los familiares de Kilian también lo hicieron. El menor tiene apenas cinco años y sufre un retraso psicomotor. Sus terapias no las cubre la Seguridad Social, al menos no las necesarias, pero gracias al esfuerzo colectivo ahora sus padres, de San Andrés y Sauces, cuentan con los recursos suficientes para trasladar al niño a Valencia y que sea atendido en el centro especializado de rehabilitación FIVAN.

Los tapones, aquellos que han sido recogido sin descanso, se reciclarán en una empresa de Gran Canaria y con el dinero obtenido se pagarán las sesiones médicas de Kilian. En Valencia pasará casi todo el verano. Meses de esfuerzo.

No todo el mundo tiene chequera. Tampoco cuenta de crédito de la que seguir tirando. Pero existe gente, mucha gente, ciudadanos anónimos capaces de ayudar por una buena causa. En este caso, trasladado con insistencia a través de las redes sociales, el papel de Fundación Solidaria La Palma ha sido determinante. Está compuesta, para definir a sus integrantes de forma rápida, de buena gente. Dispuesta a ayudar. Sin más objetivos.

El futuro se abre para Kilian.