La presencia de los príncipes de Asturias Felipe y Letizia en la inauguración del Palmétum de Santa Cruz de Tenerife dejó unas señales con las posturas de sus cuerpos que podrían tener relación con el distanciamiento de la pareja a la que aluden los entendidos en temas sociales y del corazón.

Lo primero que se hizo patente es que Felipe llevaba con toda normalidad su alianza de casado mientras que Letizia no. Sobre esto, la periodista María Martín Blázquez ha informado hace tiempo, en el programa de Ana Rosa de Telecinco, que los príncipes de Asturias arrastran una crisis en su matrimonio, con "una serie de broncas que han saltado del ámbito privado".

Pero Letizia no solo no lleva su alianza de boda sino tampoco su anillo de pedida, fruto, como ha manifestado Marisa Martín, "de que cada uno está haciendo su vida como persona independiente y que sin embargo como príncipes de Asturias van a seguir en esa labor, porque además la Casa Real se los pide".

Pero si se analiza la visita de Felipe y Letizia al Palmétum, habría que empezar con un fallo protocolario, ya que al descubrir la placa conmemorativa, el damasco que la cubría cayó al suelo sin que ningún jefe de protocolo de los presentes tuviera la delicadeza de retirarlo, por lo que apareció afeando la imagen en todos los trabajos de los reporteros gráficos, pero sí estuvieron en primera linea para ostentar cargo y salir en la foto.

Luego, los príncipes recorrieron el Palmétum y se pronunciaron discursos, observando posturas en Felipe y Letizia, habituales en todo ser humano, pero que podrían tener sentido con los príncipes y con el distanciamiento que se dice que hay entre ambos.

En lo positivo habría que destacar varias miradas de Letizia hacia el príncipe mientras hablaba con connotaciones de cariño o cuando cogieron ambos la pala para plantar una palmera, agarrando el mango cada uno con una mano y rozándolas suavemente.

Según los estudiosos en lenguaje corporal, el cuerpo humano posee una forma particular de comunicarse, y es por ese motivo que, según las circunstancias, el ser humano adopta una cierta forma ante determinados momentos o problemas personales.

En este sentido, el príncipe Felipe tuvo dos posturas de sus manos que destacaron sobre otras. La primera fue la de los brazos cruzados a la altura del pecho. Ello es significativo de una actitud defensiva, de que se está cerrado protegiendo la zona del corazón, de inseguridad, de no encontrarse bien o de sentir alejamiento.

Pero Felipe también mostró sus manos juntas por debajo del vientre, con lo que se suele demostrar un estado de nerviosismo y autocontrol y con ello se disipan las tensiones y se finge una postura de relax, aunque en el fondo es una forma de mantener el autocontrol.

Letizia tuvo la misma posición, con las manos unidas con los dedos entrelazados por delante de su cuerpo.

Para los entendidos en el lenguaje de los cuerpos, ello lo hacen las personas cargadas de negatividad y les embargan deseos de autoridad. Representa, además, frustración o desengaño.

Las sonrisas de los príncipes se sucedieron varias veces en el acto, aunque tenían como un trasfondo de tristeza o de forzadas, vamos, que no eran muy reales.

Durante su caminar por el Palmétum, los príncipes dieron pasos al unísono y con el mismo pie, el izquierdo, y a igual altura, signo de compenetración.

El príncipe Felipe saludó -Letizia no lo hizo- con la palma de la mano abierta y hacia el público, lo que significa verdad, honestidad y lealtad.