El aumento de asaltos en joyerías y de la apropiación ilegal de cobre son los delitos contra la propiedad y el patrimonio que más han crecido en Portugal en los últimos años, en paralelo al agravamiento de la crisis en el país.

Con un 25 por ciento de los portugueses en riesgo de pobreza (2,7 millones de habitantes) y un 15,6 por ciento en paro, la larga recesión portuguesa ha modelado las tendencias delictivas del país, que en mayo de 2011 firmó un rescate financiero internacional a cambio de duras medidas dirigidas a sanear sus cuentas.

La notable disminución de la mayoría de los delitos contra el patrimonio y la propiedad, -como robos de vehículos, asaltos en residencias y hurtos en tiendas-, sucede en paralelo a la subida de robos en joyerías y a la apropiación ilegal de cobre y otros metales no preciosos, las excepciones a la regla.

La razón es la alta e inmediata rentabilidad que se obtiene de ambos metales y la arraigada tradición de venta y compra de oro en Portugal, explicó Rui Pereira, presidente del Observatorio de Seguridad, Criminalidad Organizada y Terrorismo (OSCOT) de Portugal.

Desde 2010, cuando empezaron a recogerse datos sobre los delitos en joyerías, los asaltos en estos establecimientos subieron de 120 a los 164 de 2012, último dato hecho público.

El apetito de los grupos organizados creció además a medida que el mercado portugués empezó a acoger más oro.

"Hay más oro en el mercado por la necesidad de los portugueses de venderlo por el impacto de la crisis", explicó Carla Salsinha, presidenta de la Unión de Asociaciones del Comercio y Servicios de Lisboa.

Además de su valor intrínseco -la onza de oro (unos 28 gramos) al contado cotiza en torno a los 1.200 dólares-, este metal precioso es más sencillo de comercializar, pues las piezas sustraídas originalmente pueden fácilmente fundirse para su reventa y pasar así a ser irreconocibles.

Las joyerías, actualmente cerca de 1.500 en todo el país, han reforzado su seguridad tanto con sistemas de vídeo-vigilancia como con policías en la puerta, relató Salsinha, quien constató la preocupación del sector.

El endeudamiento de las familias, que se ha multiplicado desde 2011, es una de las principales causas del aumento de metales preciosos en el mercado.

"Hemos recogido relatos de familias que se han desecho de anillos o colgantes de oro para paliar su situación. Y lo peor es que además los han vendido a un precio mucho más bajo", explicó Natalia Nunes, coordinadora del gabinete de apoyo al endeudamiento de la Asociación en Defensa de Consumidores de Portugal (DECO).

Tanto los robos de oro como de cobre han encendido las alarmas de las autoridades lusas.

En su informe de 2012 el ministerio de Interior portugués, que coordina todos los cuerpos policiales del país, recordó los programas de prevención puestos en marcha para tratar este tipo de delitos, prácticamente los únicos que crecen.

Los hurtos del cobre, conocido como el "Oro rojo", pero también de otros metales como el hierro, el bronce o el aluminio, preocupan a Interior por su "impacto negativo" derivado del "sentimiento de inseguridad" de la población, pues estos delitos se dirigen contra la propiedad privada o el patrimonio histórico, social y cultural.

Las líneas de telecomunicaciones y la electricidad son dos de los servicios básicos más golpeados por esta nueva tendencia delictiva.

El presidente del OSCOT constató que el robo de estos metales no preciosos, incluidos recientemente en las estadísticas delictivas, registró una elevada incidencia en 2012, con unos 15.000 casos.

Con las excepciones de joyerías y metales no preciosos, Rui Pereira aclaró que la crisis económica y social no guarda relación directa con el aumento de los delitos contra el patrimonio o la propiedad, pues este tipo de infracciones suben especialmente en momentos de bonanza en el consumo.

"Sí han crecido, sin embargo, los delitos contra las personas, como homicidios o violencia doméstica, fruto de la erosión social", sustentó.

Para Salsinha, responsable de la Unión de Asociaciones del Comercio y Servicios de Lisboa, hay otro tipo de delitos que han aumentado: los robos en gasolineras.

Estos establecimientos son objetivo de las bandas criminales por la relativa facilidad que tienen para acceder a sus cajeros automáticos, con sistemas de seguridad menos férreos, contó.