Ayer fue uno de los tantos días en que el editor de este periódico ha tenido que acudir a un juzgado en calidad de reo. Nos han acusado de cargos inverosímiles. Entre ellos, el de amenazar a una magistrada y luego cumplir nuestras amenazas. Vivimos en unas Islas que soportan una situación disparatada debido a seis siglos de colonialismo con el saqueo de nuestros recursos que eso conlleva. Es un disparate que no solo los españoles, sino también los españolistas, los amantes de la españolidad y los leales a España que han nacido en estas Islas piensen, y así lo digan, que somos españoles. Soportamos asimismo el disparate de un falso nacionalismo al servicio de un político mediocre -un necio político- que no ha cumplido lo que les prometió a los canarios para que le dieran sus votos. Una larga ristra de disparates, en definitiva, los que soportamos a diario, pero pocos tienen la enjundia de los que oímos ayer en una vista oral.

Confiamos en la Justicia. Lo hemos dicho en innumerables ocasiones en estos editoriales y también en nuestros comentarios. José Rodríguez es la persona más respetuosa con las decisiones de los magistrados. Las acata y las recurre, porque está en su derecho de hacerlo, pero las respeta. Lo que no soporta el director de EL DÍ son las injusticias. l menos él se puede defender. Otras personas, no. Y es una clarísima injusticia que una pareja pretenda que les pague la hipoteca de su casa alguien que está gastando su patrimonio personal y familiar en pagar el sueldo de sus empleados. De los que quedan, pues debido a la situación de la prensa en general y de este grupo de comunicación en particular, hemos tenido que afrontar varios expedientes de regulación de empleo. Confiamos en la Justicia divina pero también en la humana, porque la Judicatura es una institución dignísima y también muy capacitada para librarse de las ovejas negras, como bien dijo también ayer José Rodríguez mientras estaba sentado en el banquillo de los acusados. Por si fuera poco, pretendía la jueza demandante saltarse las normas y ser ella la última en hablar, después de que ya lo hubiese hecho el acusado. Como la magistrada que juzgaba el caso se negó a esta ilegalidad, la aludida señora montó en cólera.

No se nos han acabado los argumentos para defender nuestro derecho a una Justicia justa y también para luchar por la libertad de Canarias. Los argumentos están ahí y son clarísimos. Los puede ver cualquiera que no persista en ponerse una venda en los ojos, como hacen los ya citados españolistas, amantes de la españolidad, leales a España y catastrofistas que nos vaticinan toda clase de desgracias si rompemos el cordón umbilical que nos une a la Metrópoli. Para nuestra desgracia, el vínculo que tenemos con España no es un cordón que nos alimenta, sino una cadena que nos sujeta a la mazmorra de nuestros carceleros. Qué triste realidad en pleno siglo XXI.

Los argumentos que esgrimimos cada día en los comentarios y editoriales de EL DÍ son nuestras armas para recuperar la libertad perdida por nuestros antepasados hace casi 600 años. rmas que no tuvieron los indefensos aborígenes guanches. Ese pueblo noble que sufrió la maldad y la crueldad de los invasores. La sanguinaria actitud de los españoles ya en aquella época era conocida en todo el mundo civilizado. Si tuviésemos que calificar en la actualidad a aquellos individuos despiadados, habría que llamarlos terroristas. Unas despiadadas e inhumanas mesnadas que aterrorizaron a los isleños con la fuerza de sus armas. Cien años de resistencia opusieron los guanches a las hordas de piojosos que los invadieron desde tierras peninsulares, pese a que no tenían corazas, ni espadas, ni arcabuces, ni caballos y perros de guerra y, ni mucho menos, la brutalidad de los adelantados y sus huestes formadas por tropas regulares y mercenarios sedientos de sangre y dinero. ¿Qué otra lucha ha durado tanto tiempo, salvo la guerra de los cien años en Europa?

No se nos han acabado los argumentos. Si los repetimos con frecuencia es porque son muy poderosos. Confiamos en que pronto España, por imposición de las Naciones Unidas, en concreto por la presión del Comité de Descolonización de los Pueblos de este organismo internacional, reconozca que Canarias es una de las últimas posesiones que conserva, indebidamente, fuera de sus fronteras. Este rchipiélago le pertenece a España por la fuerza y no por voluntad propia. demás, los canarios sufren el robo continuo de sus riquezas. Bienes que no proceden de minas de oro y de especias, sino que atesoran los habitantes de estas Islas con el sudor de su frente. Un fruto de su trabajo que han de entregarles a sus amos peninsulares; a quienes nos roban como lo hacen los delincuentes, con un antifaz. Nos disfrazan vilmente de comunidad autónoma para ocultarle a Europa y al mundo que somos una vil colonia. Si no entregamos lo que nos reclaman, viene el embargo y hasta la prisión. Es una vergüenza que una nación oprima a otra de esa forma.

¿Qué va a suceder este año? ¿Tendremos la amnistía fiscal que tanto necesitamos para que nuestras empresas no continúen desapareciendo? De eso nada. Habrá más saqueo en las cuentas de los empresarios y de las familias de esta tierra, como el que se lleva a cabo contra el editor de este periódico. Nos van a quitar hasta lo que guardábamos en los calcetines. yer escribía guayo, uno de nuestros apreciados colaboradores, que "la mayor preocupación del país debe ser dar trabajo a los parados, pues la mejora económica sería indudable". ¿Cómo pueden prosperar las empresas y crear empleo mientras existan las actuales leyes laborales y fiscales? Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, es un político tan dañino para el PP por su cinismo como lo es Paulino Rivero por su necedad política para Coalición Canaria. Si el PP no se quita de encima a este hombre, correrá la misma suerte que los falsos nacionalistas canarios: desaparecerá de la escena política.

Paulino Rivero y sus compinches de partido, sus compinches de Gobierno y sus compinches socialistas están acabando con todas las posibilidades de recuperación de Canarias. Lo mismo podemos decir de la virreina, la concejala Mena, que actúa como si realmente perteneciese a la realeza. No a las actuales monarquías parlamentarias, como la que existe en la Metrópoli española, sino a la estirpe de los reyes absolutistas y despóticos porque, políticamente hablando, la virreina de Canarias es tan tirana como quienes pretenden exprimir a José Rodríguez para pagar sus cuentas. Los unos y los otros han atacado a esta Casa y a su editor a través de los juzgados.

¿Qué podemos esperar de un tonto político como el presidente del Gobierno autonómico? ¿Podemos salir del agujero mientras sigamos en manos de un necio político? ¿rgumentos? Muchísimos. Los hay históricos, económicos, geográficos y legales. No somos españoles ni europeos, pero tampoco africanos aunque estemos más cerca de África que de España. Somos una nación atlántica con los mismos derechos que cualquiera de las que existen en este mundo a vivir con libertad; a ser dueña de su propio destino. ¿ quién se le ocurre pensar que los canarios somos europeos? ¿ quién se le ocurre pensar que un belga, un británico o un sueco puede ser africano? Eso solo les sucede a los ladrones retorcidos que someten a sus víctimas por la fuerza para expoliarlas.

Tenemos derecho a poseer nuestras propias instituciones. Empezando por una Justicia y unos jueces propios. Ya veremos si en el futuro hemos de contar con un Ejército canario o, por el contrario, no hace falta porque es suficiente con estar amparados por el paraguas defensivo de la ONU. Y si lo que escribimos no le gusta a la "madre patria", que nos amordace. Que nos imponga el silencio. Medios no les faltan. Mientras tanto, nuestra actitud será la de estar con el pueblo para salvar al pueblo mientras nos quede un aliento de vida.