La piratería marítima se está desplazando desde Somalia hasta el golfo de Guinea, donde supone una grave amenaza para la seguridad internacional y los intereses económicos de muchas empresas europeas que operan en África.

Según ha indicado el investigador de la Universidad de Zaragoza Fernando Ibáñez, experto en este fenómeno, se estima que los ataques de los piratas provocaron el año pasado unas pérdidas de 6.000 millones de dólares en Somalia (4.360 millones de euros) y de entre 600 y 900 millones de dólares en el golfo de Guinea (de 436 a 654 millones de euros).

"En Somalia se vivió un auge de la piratería desde 2005 hasta 2012 y, a partir de ese momento, decreció de manera significativa", ha señalado Ibánez, quien mañana participa en Las Palmas de Gran Canaria una mesa redonda sobre piratería marítima organizada por Casa África, con la colaboración de la Armada española

Los piratas somalís comenzaron a atacar cerca de la costa, y desde 2005, secuestraron pesqueros y a sus tripulaciones.

Sin embargo, esa actividad parece estar en declive en Somalia y los piratas de esa zona llevan año y medio sin conseguir secuestrar ningún barco por el que pedir rescate.

En aguas de Somalia, este tipo de asaltos marítimos "está en declive debido a que se han desplegado tres misiones internacionales en el área que han actuado contra los piratas" y se han firmado varios acuerdos con los países africanos para evitarlos.

A ello se une que cada vez más barcos llevan a bordo equipos de seguridad privada armados que actúan como un elemento disuasorio, "pues los piratas observan desde la distancia si las embarcaciones está custodiadas" y, actualmente, más del 80 por ciento de los buques van protegidos, ha señalado Ibáñez.

Ahora, la piratería está mucho más activa en la zona del golfo de Guinea, especialmente en el área del delta del Níger, en Nigeria.

"El origen de esta piratería se encuentra en un movimiento pacífico que en los años noventa pedía que parte de los ingresos que provienen de las exportaciones de petróleo recayeran en la región, y que a partir de 2006, se convirtió en un fenómeno violento denominado Movimiento de Emancipación del Delta del Níger", explica este experto, responsable del blog "Una de piratas".

A partir de ese momento, se desarrolla una piratería consistente en robar la carga de los petroleros que trabajan para las compañías internacionales en esa zona.

Los piratas transfieren la carga de un barco a otro y luego la venden en el mercado negro, pero muestran escaso interés por las personas, aunque en algunos casos se ha producido algún secuestro.

El problema para luchar contra el problema en el golfo de Guinea es que no se puede abordar de la misma manera que permitió reducir la piratería en Somalia, en opinión de este experto.

"Nigeria no es un estado fallido como Somalia y es el que más recursos de seguridad marítima tiene en la región", por lo que no aceptaría que buques de guerra extranjeros patrullen por sus aguas, apunta Fernando Ibáñez.

A ello se une que la mayor parte de los incidentes violentos se produce en el propio delta del Níger o muy cerca de la costa, como mucho a 120 millas, por lo que son aguas nigerianas, señala.

Esta semana la UE rechazó una misión naval en la zona, en parte porque los países de la región no lo aceptan y en parte por el elevado coste que supone, ya que en el caso de Somalia, por ejemplo, asciende a unos 1.000 millones de dólares anuales (726 millones de euros).

En cuanto a la posibilidad de llevar seguridad privada en los barcos que operan en el Golfo de Guinea, este experto lo considera difícil, ya que "las legislaciones de Nigeria, Togo y Benin no la permiten, sino que alquilan los servicios de sus policías y ejércitos para escoltarlos".

Además de los ataques a los barcos, los piratas también roban en oleoductos, a los que se acercan con barcazas a las que trasvasan el crudo con mangueras para luego venderlas en el mercado negro.

En cuanto al número de ataques, en Somalia se produjeron unos 300 en 2011, un centenar en 2012 y una quincena en lo que llevamos de 2013, mientras que, en el golfo de Guinea, en 2011 hubo más de un centenar, en 2012 unos 80 o 90 y en lo que va de año han sido unos 50.

"Sin embargo, los analistas creen que las cifras reales son muy superiores y que, en el caso de Somalia, uno de cada cuatro ataques no se comunica, mientras que en la zona del golfo de Guinea sólo se reporta uno de cada tres", dice Ibáñez.

Existen varios factores por los que no se denuncian todos los ataques que se producen, como que a las empresas navieras les interesa que la zona de Somalia deje de ser considerada de alto riesgo con el fin de que las primas de los seguros bajen, con lo que el coste de navegar en esa zona será menor, asegura Ibáñez.

Por otra parte, "el hecho de llevar seguridad privada en el barco desalienta las denuncias, ya que ningún buque con esa protección ha sido secuestrado, por lo que el capitán sabe que está seguro y muchas veces ni comunica el ataque".

En el golfo de Guinea, al no haber misiones navales internacionales en la zona -señala este experto-, los capitanes tienen pocas posibilidades de recibir ayuda y existe una gran desconfianza en las autoridades locales como consecuencia de que el 80 por ciento de las peticiones ni siquiera se responde.

A ello se une que, si se produce una denuncia, el barco debe ir a puerto y estar parado varios días, con el consiguiente coste económico, para no conseguir nada finalmente.