David Nieves Banchs (Caracas, 1940), cónsul de la República Bolivariana de Venezuela en Canarias, dice adiós a cuatro años de estancia en las Islas, y concretamente en Tenerife, un espacio temporal que ha servido para quedar cautivo de las excelencias de la Isla y de sus gentes y, por supuesto, de sus conciudadanos. Este espacio de tiempo, que cerrará el próximo día 27, se ha reconocido como el del "aperturismo" a todos los canarios y venezolanos "porque representamos el sentimiento por la patria de todos ellos", lejos de ideologías, destacando un mejor contacto con la ciudadanía. Lo malo, el desplante del presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, que a pesar de los intentos "nunca atendió a recibirme como el representante de Venezuela en Canarias del consulado más importante de mi país en el mundo".

Cuatro años después de llegar a Canarias y después de hacerse pública su despedida, ¿qué sensaciones le recorren?

Son muchas. Vine de ostentar la representación en el consulado en Galicia (Vigo) y le confieso que no quería venir a Canarias porque había construido muy buenas amistades, costumbres gallegas, su historia y sobre todo su cultura... Cogí un vuelo y aterricé en Los Rodeos y me bajé y me dio sensación de bajarme en la plaza Bolívar de Caracas. En Canarias no hay nada distinto a lo que hay en mi país, puede haber matices, pero me sentí como en mi casa, con las mismas costumbres, hábitos, la vida, casi la misma alimentación. Ahora que no me las toquen. Me ha costado trabajo hablar de Canarias como parte de España, esto para mí son las Islas Canarias. Vivo como viven los canarios y aprendí durante mucho tiempo a conocer la vida de los guanches y su historia y luchas. Y la lucha de los guanches empezó en 1407, pero no ha terminado aunque el colonialismo español no dejó a ninguno.

¿Qué virtudes destaca y qué defectos ha tenido en estos años su cargo?

Las virtudes, cuando son más que los defectos, prevalecen. Creo que he logrado "atornillarme" en lo primero, pero como defectos digo que soy una persona permisiva. Rindo culto a la amistad y a las relaciones personales y no me hace ponerle orden a las cosas que deben tenerlo. Eso es un defecto, no debería ser así, debería ser más rígido sin perder la buena compostura.

¿Considera que ha sido cónsul de todos los venezolanos sin mirar ideologías ni estatus?

Algunas personas que ya no están en Canarias me han dicho que he sido demasiado bondadoso con mis enemigos. A la gente de la oposición la quiero, la acepto y sirvo de forma igualitaria. Recién llegado organicé una fiesta en el parque de La Granja para celebrar nuestra venezonalidad, hábitos y costumbres e invitamos a todo el mundo. Tirios y troyanos, chavistas y no chavistas y fue muy bien recibida. No puedo decir cómo terminó, pero todos decían que se debería hacer otra. Pero no somos organizadores festeros, sino un consulado. Todo el mundo decía que nunca habían visto nunca a un cónsul bailando en medio del parque con todo el mundo, y digo todo el mundo. La diplomacia es otra cosa. Uno tiene que aprender de los errores del pasado, pienso.

¿Y cuáles han sido los mayores sinsabores en estos cuatro años?

Sin duda dos. Cuando llegué, tenía que presentarme a las autoridades y una de ellas es Paulino Rivero, la máxima. Le hice muchos requerimientos para presentarme, conocerlo y hablar y nunca me respondió. Un día en un acto me dijeron quién era y yo me planté en medio de su camino y le dije que había tratado de reunirme y hablar muchas veces de forma oficial, solicitudes todas por escrito. Fue un simple "buenas tardes, soy el cónsul de Venezuela en Canarias" y poco más. ¿Por qué lo hice así?, porque debo respetar a la primera autoridad. No tuve problemas con el señor Melchior o el señor Bermúdez, entre otros, además de los cónsules de otros países que están en la Isla. Paulino Rivero no me despreció a mí, sino a mi país. Nunca atendió a recibirme como representante de Venezuela en Canarias, el consulado más importante de mi país en el mundo. Para mí, ese fue un acto vergonzoso y reconozco que me dolió.

¿Y el segundo mal recuerdo?

Pues la crisis diplomática española con el presidente de Ecuador, Evo Morales. Hizo escala en Gran Canaria y allí teníamos más información de fuera que por parte de las autoridades españolas. España le hizo un feo que luego supo rectificar y el avión de Morales pudo repostar en el aeropuerto de Gando. Estos han sido los peores momentos como diplomático en las Islas.

¿Y los mejores, entonces?

Pues que gracias a los funcionarios que tenemos hemos podido abrir el consulado a todos los ciudadanos. El equipo que me he encontrado ha sido fenomenal. Luego, el consulado se ha abierto para todos, tanto de forma presencial como telefónica o telemática. Habrá personas que no estén contentas del todo, pero ningún funcionario tiene que ver en su labor profesional con el llamado chavismo o no. El boletín que hemos editado o la itinerancia del consulado por todas las Islas son otras de las satisfacciones que hemos tenido como equipo de trabajo en favor de todos nuestros ciudadanos. Esto es así.