Naciones Unidas, en 2010, reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento como algo imprescindible en la autorrealización. Se insta a los gobiernos hacia principios igual de claros respecto a este bien esencial y por tanto irrenunciable, como el agua, definida como suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible. En este último punto, se estima que su valor no debería de exceder del 3% de los ingresos del hogar. Y se hace mención en la relación del agua con la infancia. En el pleno de marzo de 2013 del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se aprobó, por unanimidad, no cortar el suministro de agua a familias con dificultades económicas. Pero Emmasa, parece que no reconoce este logro social y ha seguido privando a los ciudadanos sin ingresos de este recurso vital, y está hoy en duda la orden directa de la concejala de Asuntos Sociales, Alicia Álvarez, para ejecutar este acuerdo plenario y unánime. El cuestionamiento viene por la Alianza de Vecinos de Tenerife, que informa sobre las quejas vecinales de este incumplimiento y ha solicitado la dimisión de la concejala. Y aquí hago un especial hincapié en la gran lucha de la mujer por los derechos esenciales en la historia, y pregunto: ¿cómo es posible que algunas mujeres vayan contra el empoderamiento femenino en la política y en la sociedad? Prosigo. Anaga, la tierra más femenina de Tenerife, se encuentra a la espera de la delimitación de sus núcleos, mientras sus mujeres y hombres mantienen el reconocimiento a sus costas, pasando por educación y sanidad. Quizá recuerden que sus habitantes solicitan la instalación de desfibriladores, que brillan por su ausencia, en un parque rural aspirante a Reserva de Biosfera. En un acto solidario de sus asociaciones vecinales, aún esperan que la Federación Tinerfeña de Montañismo les pague un evento social para adquirir su desfibrilador. ¿Acaso esta asociación de senderistas no vulnera un derecho esencial como es la sanidad en Anaga? Pues que paguen su deuda con Anaga.