El interim mánager Santiago Pérez-Castillo (Alicante, 1969) reivindica la figura de los "gestores del cambio" que, avalados por años de experiencia, asisten de forma puntual a las empresas -y las administraciones- para solucionar problemas concretos de forma temporal que requieren una actuación especializada.

En Canarias -en España en general- este tipo de "responsables de la gestión de cambios" aún es un desconocido. Pero el que prueba esta figura, "repite, ya que los resultados están a la vista".

Pérez-Castillo explica que son profesionales -con o sin titulaciones superiores- que definen junto a la propiedad -o la dirección- de las empresas un proyecto y un objetivo. A diferencia del consultor, el interim mánager "se moja" en la implantación de las medidas que propone tras hacer un diagnóstico.

Admite que a esta figura se le ha dado un "enfoque negativo asociado al corte de cabezas" que Pérez-Castillo no comparte. Tras más de 25 proyectos en unas 20 organizaciones, afirma que solo se ha encontrado dos situaciones de esa clase. El resto fueron proyectos de "crecimiento y desarrollo" para asegurar puestos de trabajo, señala.

Si bien considera que las reformas laborales han facilitado la salida de "mucha masa laboral" de las empresas, Pérez-Castillo apunta que, "en algunos momentos, se necesita romper algún huevo para hacer la tortilla, lo que no significa cortar cabezas", defiende. "Más bien se trata de poner a los trabajadores en los sitios donde realmente se necesitan".

La mayoría de los empresarios con los que ha trabajado Pérez-Castillo estaban "desorientados" porque, hasta ahora, siempre habían tenido opciones entre las que decidir, "pero hoy día la situación no es de decisión, sino de desorientación". Al quedarse sin opciones, el empresario "sufre", y es cuando tiene sentido la contratación de un experto.

Antes de la crisis, los interim mánagers eran directivos que se vieron expulsados de sus organizaciones por reducciones de plantilla y que ahora, por su "alta experiencia y muy buenos resultados" es lo que necesitan las empresas.

Al entrar de forma temporal, no generan costes laborales fijos y los empresarios se puede permitir contratar "al mejor" del área uno o varios días a la semana, algo que sería prohibitivo para muchos si tuvieran que integrarlo en la plantilla. "Si hay que tomar decisiones duras, no le va a temblar el pulso porque está allí para hacer lo que hay que hacer", explica.

Esto último también se aplica a la Administración cuando se trata de erradicar las duplicidades de funciones y simplificar la estructura. "Como no se quedará allí para guardar el castillo, hace lo que haya que hacer y vence la inercia". No se trata, aclara, de deshacerse de personal, sino de recolocarlo e, incluso, abrir nuevos servicios que incrementen la eficiencia y evitar tener recursos ociosos.