Afirman algunos que son los recortes pero, como diría Ortega, no es eso. No son las penurias económicas padecidas por el pueblo canario -aunque no por la mayoría de los políticos, que siguen viviendo muy bien en sus mansiones- el motivo principal de que haya comenzado a desmoronarse el fraude -legal, pero fraude- montado por Paulino Rivero para seguir en la poltrona del Gobierno regional pese a que perdió las elecciones. La dimisión de Margarita Ramos, hasta ahora consejera de Empleo, Industria y Comercio, es un claro síntoma de que las ratas empiezan a abandonar un barco cuyo hundimiento ven próximo. De nada nos sirve que tanto la exconsejera como el portavoz del Gobierno hablen de motivos personales. Los motivos siempre son personales, o no lo son; la evidencia es que Paulino Rivero está políticamente acabado. Francisca Luengo, sustituta de Margarita Ramos, le deseamos mucha suerte en el difícil cometido que tiene por delante, pero al mismo tiempo le recordamos su pertenencia a un partido que, al igual que CC, gobierna en estas Islas sin haber ganado las elecciones. El PSOE es cómplice de las tropelías políticas que están cometiendo Paulino Rivero y sus compinches. En cuanto a la mejora de las cifras del paro, que se olvide mientras siga Paulino Rivero como presidente.

Estamos convencidos de que a este movimiento producido en el seno del Gobierno regional les seguirán otros en Coalición Canaria para quitarse de encima a este necio político; a este gobernante incapaz de sacarnos del pozo negro al que él mismo nos ha arrojado con su ineptitud y su tiranía. Coalición Canaria es un partido falsamente nacionalista, pero eso no impide que en sus filas militen auténticos patriotas. Son ellos los que ya han empezado a organizarse para prescindir de esta calamidad política. Harían bien Rivero y su esposa en escuchar esas voces sensatas que les exigen la dimisión y un destierro discreto, aunque sin retorno. En cambio, si hacen oídos sordos a la prudencia y se aferran a sus cargos, el futuro que les aguarda podría estar teñido por la violencia. Son palabras mayores, lo sabemos, que nos apenan y hasta nos causan temor porque no somos partidarios de ningún tipo de violencia. Ni siquiera la justificamos para alcanzar un objetivo tan justo y tan humano como lo es la independencia de Canarias. No obstante, si Rivero, Mena y otros acólitos suyos no se atienen a razones, saldrán de estas Islas de muy mala manera.

Cada día, lo sabemos por los mensajes que llegan a esta Casa y por lo que oímos en la calle, crece el clamor contra la servidumbre colonial y las disparatadas acciones de un mago político que nunca ha sabido gobernar porque es un turres. Qué gracia nos hace oír a Paulino Rivero vaticinando que el futuro será este o aquel; que Canarias superará la crisis al final de tal o cual año. ¿Es que él sabe algo de todo esto? Rivero ni siquiera es un político. Decimos de él que un político, y nos referimos a él en su aspecto político, porque ocupa un cargo público. Pero no es un político. Políticos los fueron Churchill, denauer, De Gaulle, Reagan y tantos otros en todo el mundo. En España lo fueron asimismo Suárez, Felipe González (aunque nunca fue santo de nuestra devoción) o znar, pero no Zapatero, que hundió económicamente a la metrópoli que nos coloniza con atroces consecuencias para Canarias, porque en tiempos de crisis -lo hemos señalado en repetidas ocasiones- son los territorios esquilmados por el colonialismo los que se llevan la peor parte. El mismo Mariano Rajoy podría ser uno de los políticos españoles más notables del último siglo si tuviese la clarividencia, y también la valentía, de dar un paso decisivo hacia la descolonización de Canarias.

Quien no puede estar jamás en una lista de políticos notables es Paulino Rivero porque, políticamente hablando, es un necio; un demente de la política. Un mandatario que ha enloquecido por su desmesurado afán de un poder del que tanto él como su esposa están ahítos. Es tan tonto -siempre nos referimos a su aspecto político-, que hasta Zapatero consiguió engañarlo con las famosas, e inexistentes, aguas canarias y los 25.000 millones de euros prometidos en Las Palmas, de los que jamás se supo nada. Es propio de los gobernantes botarates rodearse de personas incapaces de hacerles sombra. Por eso Rivero ha elegido un Ejecutivo regional formado por ineptos políticos, inhábiles todos ellos para resolver los problemas que tenemos. Lo sensato por su parte sería dimitir y salir de inmediato hacia el exilio, lo repetimos, antes de que el Ministerio Público proceda de oficio contra él y contra la goda política de su esposa. Una tardanza de los jueces y fiscales en intervenir que no nos explicamos porque son miles los canarios que están pasando hambre y el hambre siempre ha sido muy mala consejera.

Sin embargo, lejos de marcharse para siempre de estas Islas, persiste Rivero en atacar a EL DÍ y a su editor, al que nunca ha conseguido engañar. Para ello se vale de dos periódicos subvencionados con el dinero de todos los ciudadanos de este rchipiélago. También con el dinero que pagamos en esta Casa para cumplir con las obligaciones tanto de la Hacienda española, que nos esquilma sin piedad, como de la Hacienda canaria. Los recursos de esta última no van a socorrer el hambre de los niños o a disminuir las listas de espera en los hospitales públicos. Todo lo contrario: mientras se suprimen las ayudas a los comedores escolares, siguen cobrando sus cuantiosos sueldos los inútiles asesores seleccionados no por su valía, que en la mayoría de los casos es nula, sino por su amistad con Rivero o con cualquiera de sus chisgarabís políticos.

Como exponíamos ampliamente en nuestro comentario de ayer, Rivero ha acudido a uno de esos periódicos para desmentir la noticia de que este déspota político se está construyendo un palacete en El Sauzal. Hasta nos acusan de haber publicado una foto falsa. No vamos a profundizar en lo ya dicho sobre este asunto para no cansar a los lectores y porque, como asimismo hemos informado, lo publicado por el chiquito que dirige ese periódico -al que está comprometiendo seriamente con sus imprudencias- ya está en manos de nuestro equipo jurídico. No vamos a consentir que se ataque nuestra dignidad y se ponga en cuestión la veracidad de nuestras informaciones. Tan solo añadimos que en la lista de periodistas "atacados" o "insultados" por EL DÍ incluye a un bujarrón que estaba escondido en el armario hasta que José Rodríguez lo sacó agarrándolo por una oreja, al tiempo que le recordaba que renegar de su condición, como lo había estado haciendo, es un insulto para los homosexuales; unas personas a las que siempre hemos respetado.

Este individuo, este mariconsón, este pajarraco invertido también lleva mucho tiempo comprometiendo a una profesional de la Justicia. Un día más nos preguntamos qué hacen los jueces y los fiscales que no actúan de una vez para impedir que se siga deteriorando la imagen de la institución. Tampoco salimos de nuestro asombro al comprobar que el tatarita ha sido acogido muy amigablemente en el periódico canarión que nos denigra. ¿Va a resultar que el chiquito director también está escondido en un armario? ¿Pretende que igualmente lo saquemos a él a la luz pública?

juicio nuestro y de cuantos nos rodean hemos sido vilmente ajusticiados. Por eso hemos puesto en marcha una serie de recursos sobre los que en su momento se pronunciarán los magistrados. Por esta parte estamos inquietos, como es lógico, pero a la vez tranquilos porque confiamos en la justicia de la Justicia. Lo que no nos explicamos es el que la defensa de la libertad, la identidad y la dignidad de los canarios pueda suscitar tantos odios, salvo que estos estén motivados por la envidia -muy habitual en la tercera isla- hacia los éxitos que sigue cosechando EL DÍ. Unos triunfos fruto de un trabajo bien hecho y de una independencia absoluta en la defensa de nuestra tierra. Lo sentimos si la torpeza profesional de ese muchachito atrevido -y no sabemos qué cosas más- le impide a su periódico llegar al número de lectores que tiene EL DÍ. Lo que de ninguna forma toleraremos, lo reiteramos, son estas delictivas salidas de tono y estas falsas y gravísimas acusaciones.