La Hacienda española nos esquilma sin descanso. Decíamos en nuestro comentario de ayer que Fernando Clavijo, presidente de Coalición Canaria en Tenerife y alcalde de La Laguna, propuso hace unas semanas constituir una Hacienda canaria que ponga fin al latrocinio de la Agencia Tributaria del país que nos coloniza. A punto seguido le reprochábamos que no hubiese pasado de las palabras a los hechos. Propone Clavijo un pacto entre PP, CC y PSOE para salir de la angustiosa situación que padece Canarias, con 372.000 desempleados, con nuestro comercio tradicional arruinado, con procesos concursales y expedientes de regulación de empleo en las empresas, con unas colas del hambre que solo se ven -por su longitud y la pobreza de quienes están en ellas- en los países más subdesarrollados del planeta y con unas listas de espera sanitaria en las que se muere la gente antes de ser atendida, por no hablar del fracaso escolar y de la emigración forzosa a la que se ven obligados miles de jóvenes. Señalamos ayer -y lo reiteramos hoy- que eso es pura palabrería. Las mismas buenas intenciones que cuando habló el alcalde lagunero de la citada Hacienda canaria. Las palabras se las lleva el viento. Únicamente cuentan los hechos.

Ese pacto sí, como decíamos ayer, pero para pedir la independencia de Canarias. Una acción que en el fondo solo significa pedir que se respete la legislación internacional. Que los gobernantes españoles cumplan lo que han rubricado en la ONU como representantes de un país miembro de esta organización. Estamos hablando de la Resolución 1.514 del Comité de Descolonización de los Pueblos que afecta de lleno a Canarias -aunque la diplomacia española intente demostrar lo contrario, y hasta ahora más o menos lo haya conseguido-, porque Canarias no es una comunidad autónoma de España, lo diga o no la Constitución española. Canarias es una colonia; la primera y más antigua colonia de Europa, y como tal está afectada por dicha Resolución descolonizadora.

Lo importante es la descolonización de estas Islas. Mientras no seamos un país soberano, mientras España nos siga negando el Estado que nos corresponde -nación ya lo somos, pero sin Estado-, todos los pactos que prolongan los políticos, todos los planes de desarrollo sostenible, son palabras al uso que no sirven para nada. Expresiones que están de moda, pero que resultan absolutamente inservibles. Con la independencia lo tendremos todo porque podremos administrar nuestros recursos en beneficio propio. En cambio, perpetuando nuestra actual situación colonial, tenemos por delante más paro, más miseria, más hambre y más desesperanza. Sobre todo si sigue gobernándonos un político inepto como es Paulino Rivero.

En este punto queremos abrir un paréntesis para referirnos, un día más, a un pájaro tatarita de Las Palmas que se mete frecuentemente con nosotros porque no le gustan nuestras ideas. Realmente son muchas las cosas de EL DÍA que lo desagradan. No está de acuerdo con nuestras críticas a Rivero porque él parece que tiene sobrados motivos para estarle muy agradecido a Rivero y a su señora esposa, aunque hasta no hace mucho arremetía contra ambos y hasta los ridiculizaba en su infame libelo digital. A este pajarraco le disgusta asimismo que critiquemos a un político canarión por sus ínfulas de grandeza, pese a que es hijo de una isla mínima y sin encantos, y por su referencia a los beneficios que obtuvo Canarias de los Reyes Católicos. ¿Puede ser un beneficio para alguien pasar de la libertad a la esclavitud? ¿Resulta muy beneficioso para un pueblo sufrir el holocausto que padecieron los guanches a manos de los invasores castellanos?

Este tatarita, individuo soez donde los haya al que nunca hemos citado -ha sido él mismo quien se ha identificado con sus absurdas y temerarias denuncias-, incluso ha puesto en peligro la carrera judicial de su "pareja". Utilizamos esta expresión porque no aclaramos aquí si esa pareja es hombre o mujer. Puede ser tanto hombre como mujer. El caso es que somos perseguidos por Hacienda, por la Justicia y por otras instituciones debido a nuestra línea editorial. Nunca pensamos que defender la libertad de los canarios nos fuese a granjear tantos enemigos. No obstante, son muchos más los amigos porque el clamor de un pueblo que pide su libertad no deja de crecer día a día. Frente a las muchedumbres que nos apoyan, quienes nos atacan solo son culebras rastreras capaces de modernos el calcañal, pero nada más. Aprovechamos para aludir a una frase; a un pensamiento del pasado recogido por Giorgio Faletti -cantante, poeta, compositor, escritor, actor y comediante italiano- en su último libro: "La grandeza de un hombre se mide por la cantidad de individuos estúpidos que lo denigran".

Esto es lo que le ocurre a José Rodríguez. Gracias a las críticas recibidas de idiotas como el pajarraco tatarita, merced a las denuncias de políticos necios como Paulino Rivero y su esposa, el editor de EL DÍA no solo es grande sino grandísimo. Cuanto más lo denigran algunos individuos e individuas, más alto lo sitúan. Si piensan que sus ataques van a conseguir que renunciemos a nuestra lucha en pos de la libertad de nuestras Islas, están muy equivocados. Desde estas páginas seguiremos denunciando el brutal colonialismo al que nos somete España. Persistiremos en denunciar el expolio que sufrimos a manos de la Agencia Tributaria española y no nos cansaremos de decir que el Gobierno regional lo preside un demente y déspota político, capaz de pactar con el Diablo para seguir en el puesto pese a que no ganó las elecciones. Da igual que nos demande una o cien veces. Da igual que nos condenen algunos jueces porque, al igual que dijo Fidel Castro ante el tribunal que lo juzgaba tras el asalto al Cuartel Moncada, la historia nos absolverá. El paso del tiempo pondrá a cada cual en su sitio. Y no tendrá que transcurrir mucho tiempo antes de que los canarios que todavía siguen narcotizados terminen de despertar como ya lo han hecho muchos de sus compatriotas. Entonces el clamor por la libertad de esta tierra será tan ensordecedor, que se oirá desde todos los rincones del planeta. España no podrá seguir haciendo oídos sordos. La prensa española no podrá silenciar durante más tiempo las exigencias independentistas de Canarias, de igual forma que no ha podido hacerlo con los movimientos secesionistas de Cataluña, Vasconia o Galicia. Tres mordidas que pronto tendrá el actual mapa del Estado español. Algo que no nos gusta, lo hemos dicho varias veces, pero que debemos aceptar pues esos pueblos poseen un legítimo derecho a ser libres. Cuánto más Canarias; un archipiélago situado en otro continente, a 1.400 kilómetros de las costas españolas y a 2.000 de su capital.

Si los políticos españoles no actúan con sensatez, si el Gobierno de España sigue sin querer ver la realidad, pronto correrá la sangre en las citadas naciones peninsulares y también en Canarias. Países mucho más grandes que España, como la URSS o Yugoslavia, tuvieron que concederles la libertad a los países que con anterioridad habían integrado a la fuerza dentro de sus fronteras. Hasta Portugal se retiró de Angola, Mozambique y Cabo Verde, mientras que Francia abandonó Indochina. La libertad es un don inalienable que nadie le puede negar a un pueblo, máxime, como es el caso de Canarias, cuando existen razones históricas, geográficas, económicas, sociales y de toda índole para que recuperemos la posesión de nuestra tierra y nuestras vidas; para que, en definitiva, seamos libres como lo eran nuestros antepasados. La libertad es un derecho irreprimible, inalienable y, como tal, no puede estar en manos de un tirano.