Ayoze, Rayco o Aday. El origen guanche de estas palabras impactaba no hace muchos años, pero han entrado ahora en el ámbito de lo más común ante la nueva tendencia que causa "furor nominativo" entre los padres. Para asombro de los funcionarios del Departamento de Población de Santa Cruz de Tenerife, y como dificultad añadida para el nuevo diccionario de nombres habilitado por el INE, desaparecen paulatinamente los más comunes y se imponen los Disney, Ayosman Manuel, Yuneidi, Kfir, Guevin, Brayana, Gioconda o Lancelot.

Esta realidad somete a más de un trabajador público a un quebradero de cabeza, por no hablar del futuro que le espera al pobre inocente que lucirá a lo largo de su vida alguna de las filiaciones que están marcando tendencia. En lo que va de año, el Departamento de Población de la capital tinerfeña sigue comprobando que los nombres de toda la vida, aquellos tan sencillos como Juan, José o Ramón, entre otros, siguen en declive o a punto de desaparecer al elegir los progenitores combinaciones imposibles y de consecuencias imprevisibles.

Aunque a estos nombres imposibles y algunos de muy complicada pronunciación los sigan apellidos tan españoles como García, Hernández o López, entre otros, no será tan difícil acordarse de Fidel Castro, Auryn, Mayqueljordan, Villamor J.R., Pere Verga, Hitler Demetrio, Disney, Ayosman Manuel, Yuneidi, Kfir, Guevin, Brayana, Gioconda, Lancelot o, como no iba a ser menos, porque con él empezó todo, de Génesis. Estos son los nombres reales que se pueden encontrar entre cualquiera de los 120 registros que se realizan cada mes en Santa Cruz. De ellos se concluye que las denominaciones más comunes prácticamente están desapareciendo.

No hay que olvidar que se trata de niños y niñas que en breve empezarán a ir a un centro educativo o la guardería, y que alguien los tendrá que llamar, por supuesto, por su verdadero nombre.

Devoluciones

Cada mes son devueltas por el INE hasta 130 de estas inscripciones en la capital tinerfeña por no estar en su diccionario de nombres. Pero eso no implica que en el Padrón Municipal no quede bien grabado, tal y como lo han planteado los padres; el instituto debe incluirlos o buscar un sinónimo para integrarlos a través de la codificación en este registro recientemente creado.

Pero como la voluntad de los padres es la que manda cuando el hijo no tiene capacidad para razonar y menos para protestar, recientemente se han registrado Sarela, Ervann, Jheisy Heshiley y la nueva variación de Jhenyffer. También con sus correspondientes apellidos castellanos, los funcionarios municipales han inscrito a unas criaturitas que, salvo diminutivo de compasión, tendrán que oír como retumba su verdadero nombre cuando se les llame por los Nolsen Manuel, Dayron Lohay, Lyuis Nelzeus, Kenyerly Sarais o Yebely.

A falta de sergios, manueles o pedros, ganan terreno los Yenebi Manuel, Idailys o Tahiche Guanapay, tan sonoros como otras inscripciones llevadas a cabo en los últimos meses, y que dejan una impronta de originalidad, caso de Exmidio Mauricio, Tenexara, Laker, M. Yodelin, Nurayka, Zadai, Nheysa del Carmen, Ainel o Meilyng. Encontrar en el registro del pasado mes de octubre un Ayatima, quizá un Nathalie y un Jeycob, aporta, aunque pueda parecer mentira, un cierto halo de normalidad frente a registros como Laidelis, Yusnielkis, Txeru Aiel o Neytiri del Carmen.

Hay muy pocas marías, candelarias o evas, mientras brillan con luz propia Luz Ereidy, Jorban José, Aneleh Judith, Yereday, Kevin, Eidan o Villamor. Los abnegados funcionarios, pese a su estupor, cumplen así con la voluntad paterna en cada uno de los más de 1.000 nacimientos que se producen al año en la capital tinerfeña.