"Nací en un planeta, no en un país".

(Amin Maalouf, escritor libanés)

YO TAMBIÉN me siento marciano. Hay aspectos de la realidad que la sociedad no es capaz de ver. La Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789, por ejemplo, uno de los pilares de la Revolución Francesa, no menciona a las mujeres, no existían. O la lucha contra la contaminación industrial, hoy en día incontestable, no se había considerado hasta hace unas décadas. Una breve reflexión nos permite encontrar muchos otros "puntos ciegos" en la historia de la Humanidad: desde la esclavitud a la bomba atómica. Ahora, al echar la vista a atrás, podríamos cuestionar por qué no nos dimos cuenta antes y si fue una ceguera fortuita o inducida por quienes se beneficiaron de ella. Para sacar conclusiones basta seguir el rastro del dinero, o eso dicen.

Por lógica también debe existir en la actualidad multitud de "blind spots", situaciones heredadas o provocadas que conviven con nosotros, que nos impiden avanzar y cuya superación nos parecerá evidente dentro de treinta años. A mí se me ocurren unas cuantas. Pienso en la fórmula para deshacernos de los residuos, metiéndolos en un hoyo. O en nuestro sistema piramidal de pensiones, diseñado cuando la población crecía y condenado al colapso por la más obvia lógica matemática; la demografía es una ciencia exacta. O en la protección impune de los operadores financieros que juegan, ajenos a los mercados de bienes y servicios, una suerte de ruleta en la que nunca pierden. O en los nacionalismos e independentismos que nacen, mueren y resucitan en un círculo vicioso plagado de odio y egoísmo que, no solo se opone al imparable fenómeno globalizador, sino que reniega de la solidaridad, sí, la solidaridad, que tan buenos resultados conquista y ha conquistado para el bien común.

Para otras no hará falta esperar tanto. Lamentaremos nuestra ceguera -por no llamarla estupidez- cuando nos percatemos de cómo toleramos que se hunda nuestro sistema de protección social al consentir la economía sumergida y el fraude, y cómo permitimos que naufrague el Estado del bienestar con políticas de recorte tras recorte sin ninguna propuesta de reforma. Qué cachonda picaresca. Cuánto más tardaremos en asumir que esto así no funciona, que no todo es controlar el déficit ni agradar a los alemanes. No manejamos la intuición para anticiparnos y cedemos libertades.

Hoy Maalouf nos presta este pensamiento optimista, el hallazgo de la teoría del "punto ciego" y la certeza de que todos estos dogmas y estereotipos se superan, aún los más arraigados. Me gustaría pensar que enumerarlos aquí es una manera eficaz de empezar a acabar con ellos. Con los pies en la Tierra.

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