El azul es el color de la bandera del Principado, y azul es la ancha alfombra que hay que pisar antes de entrar en el teatro, cuyo escenario está completamente tapizado de azul, como las sillas situadas en él o las gaitas que conforman la banda sonora de un acto emblemático que sigue cautivando a la ciudad de Oviedo y a Asturias.

Prueba de la intensidad con la que se vive esa hora y media es que el arquitecto navarro Rafael Moneo olvidó ayer en su silla el diploma que le había entregado don Felipe, atrapado por los aplausos a los premiados a su salida del teatro y arropados por "El Xarreru", una pieza tradicional asturiana interpretada desde el mismo patio de butacas por la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.

Tratándose de aplausos, el discurso del príncipe de Asturias fue acogido con una de las ovaciones más prolongadas que se recuerdan en este foro, tal vez por sus referencias a la necesidad de que los españoles superen los "desencuentros" y caminen "en la misma dirección" hacia un futuro de respeto mutuo y convivencia.

Fueron muchas las ocasiones en que los 1.600 invitados pudieron aplaudir durante la ceremonia, desde la llegada de la reina Sofía a un palco con una colgadura con el escudo nacional, hasta la entrada de don Felipe y doña Letizia o a los momentos de la entrega de premios.

Y aunque fueron los últimos en llegar a Oviedo, los futbolistas Iker Casillas y Xavi Hernández recibieron una buena dosis de cariño de los asistentes, sobre todo cuando tras recoger sus diplomas se acercaron al proscenio y se dieron un abrazo de amigos.

Porque, como acababa de decir don Felipe, ayer se destacaba con ellos que "la rivalidad y lucha deportiva se puede dar compartiendo una profunda amistad".

De hecho, si en un palco estaba el presidente del Barcelona, Sandro Rosell, y en el contiguo el vicepresidente del Real Madrid, Fernando Fernández Tapias, el primero participó en la ovación regalada a Casillas y el segundo en la que se llevó Xavi. Igualmente reaccionaron la novia del portero madridista, la periodista Sara Carbonero, y la del centrocampista del Barça, Nuria Cunillera.

Entre quienes ayer subieron al escenario del teatro Campoamor, la filósofa Martha Nussbaum destacó por su simpatía, amén de la sensibilidad que demostró al proclamar: "Una nación puede tener un alto crecimiento sin libertad política o religiosa, pero la gente desea tener una voz sobre su vida política y moral".

Vestida con una falda azul acorde con el tono de la ceremonia, hizo un gran esfuerzo para leer en castellano la parte final de su discurso y luego, con su diploma enrollado levantado con una mano, correspondió a los aplausos lanzando un beso con la otra.

Gran entusiasmo mostró también Shigeru Miyamoto, creador del videojuego "Super Mario", tras recibir la distinción de manos de don Felipe y agradecer los aplausos del público con saludos a la japonesa y el diploma enrollado empuñado bien alto. Se repitió la escena con los demás galardonados, salvo con el escritor estadounidense Philip Roth, el gran ausente, que al no poder viajar por problemas de salud hizo lo que mejor sabe, escribir un texto que fue leído por el embajador de los EEUU en España, Alan Salomont.

Un año más, la ceremonia de los Premios Príncipe de Asturias finalizó con las notas del himno de Asturias interpretadas por las gaitas, con la ceremoniosa salida de los premiados, seguidos por los gaiteros que afuera aguardaron a que los príncipes de Asturias, cogidos del brazo, sonrientes, también salieran del teatro.