Siempre hemos respetado las sentencias judiciales y lo seguiremos haciendo. Cuando no estamos de acuerdo con las decisiones de los jueces las recurrimos, pero siempre dentro de ese respeto para nosotros inviolable. Un respeto que no nos impide opinar acerca de una decisión de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife en la que, omitiendo engorrosos detalles legales que cansarían al lector, tres magistradas le confieren patente de corso a un individuo para seguir mofándose del editor y director de EL DÍA. Consideran las magistradas que el ámbito en el que se desarrolla la actividad que se dice ofensiva es la de la libre expresión, "pues se trata casi siempre de comentarios a las editoriales publicadas por el actor". No dudamos de los conocimientos jurídicos de la magistrada ponente de esta sentencia, pero fuera del ámbito legal, y dentro de lo que antes se llamaba cultura general, nos permitimos precisarle que los artículos de opinión que publican los periódicos siguiendo la línea de pensamiento de la dirección se denominan los editoriales, mientras que las editoriales son las empresas que editan, principalmente, libros.

Dicho esto sin otro ánimo que ejercer la virtud cristiana de enseñar al que no sabe, nos preguntamos si a partir de ahora nos seguirán procesando a nosotros por emplear expresiones, siempre dentro de nuestros artículos de opinión -y por lo tanto exclusivamente relacionados con la crítica periodística- tales como chulón, barragana, perfumado, tiñoso, bembón, jubileta, bobona, etcétera. De lo contrario, estaríamos en la difícil situación de pensar que la Justicia -en la que reiteramos nuestra absoluta confianza- se ha quitado la venda de los ojos para ver a quién juzga antes de dictar sus sentencias. Entendemos que nuestros editoriales no gusten a algunas personas. Nos basta con que sirvan de guía a quienes hoy sábado -luego hablaremos de ellos- celebrarán el cuadragésimo octavo aniversario del nacimiento de la bandera canaria. La bandera de las siete estrellas verdes, que es la bandera de la libertad, no la de los perros lamiendo la corona española. Patriotas cuyo número no deja de aumentar porque este pueblo va despertando, afortunadamente, de seis siglos de narcosis. Comprendemos, como decimos, que no gusten nuestros editoriales. Sin embargo, no es éste motivo alguno para que seamos medidos por un rasero distinto en un país que presume de libertad de expresión. Una libertad, insistimos en este punto porque aquí está el quid de la cuestión, que autoriza a un pájaro tatarita -a un chulón despreciable- a insultar a una persona decente sin otro "pecado" que defender a los canarios.

Prueba de que la sentencia supone una patente de corso para que este mendaz individuo prosiga con sus reiteradas faltas de respeto lo tenemos en la publicación digital de la que es director y propietario. Ayer se mofaba ampliamente en ella de José Rodríguez. ¿No es esto perseguible judicialmente, incluso de oficio? ¿Podemos nosotros llamar Don Juanito al Jefe del Estado, no solo una vez sino tantas como 6.600 veces como mínimo, sin que nos suceda nada? Al margen de consideraciones jurídicas en las que no entramos porque no somos expertos en derecho -lo harán oportunamente nuestros abogados-, ¿es sensato proporcionarle libertad para insultar a un individuo sobre el que pesan varias condenas por injurias y calumnias? La última de estas condenas -lo hemos recogido en nuestros comentarios de los últimos días- ha sido confirmada por el Tribunal Supremo y afecta al honor de jóvenes deportistas de Las Palmas que este mariquita feminoide y ruin pisoteó en su día, tal vez porque va en sus genes un desprecio absoluto hacia la juventud. Y no queremos recordar un vergonzoso caso ampliamente recogido en su día por toda la prensa de la tercera isla.

Lamentablemente, esta sentencia sienta un precedente para que un reo condenado en numerosos pleitos siga mancillando la dignidad y el honor de las personas honestas. Por si fuera poco, la Administración autonómica canaria acaba de agenciarle un empleo relacionado con Marruecos del que informaremos detalladamente muy pronto. Así funciona el Gobierno de Paulino Rivero; un político que le quita una emisora al único grupo de comunicación del Archipiélago para dársela a un bufón del insulto con el fin de ganarlo para su causa.

Confiamos en la Justicia -lo reiteramos una vez más- y también confiamos en el futuro. Confiamos en que sean muchos los patriotas que celebren hoy en todas las Islas el aniversario de nuestra bandera porque serán ellos, y no la actual morralla política, quienes nos lleven a la libertad y nos devuelvan la categoría de islas afortunadas que nada tienen que ver con el estercolero en que nos han convertido Rivero y sus secuaces políticos y periodísticos.