DON LUCIO González Gorrín, natural de Guía de Isora, estudió en el Seminario Diocesano de La Laguna y fue ordenado sacerdote en Santa Cruz de La Palma, el 4 de mayo de 1967. Es licenciado en Filosofía y Letras -Románicas- y en Psicología por la Universidad de La Laguna. Entre otros, ha sido párroco de Ntra. Sra. de la Candelaria, en La Cuesta; consiliario diocesano de Cursillos de Cristiandad y de los movimientos Hombres Nuevos y Familias Cristianas, director del Secretariado Diocesano de Familia y Vida; también ha sido rector del Seminario, donde estudió desde 1984 a 1998, y, además, creador y director del Instituto de Estudios Teológicos de Tenerife. En la actualidad, es párroco de Santo Domingo de Guzmán, en La Laguna, y vicario territorial de la Vicaría 1. Omito sus libros publicados.

Cuando llamé a don Lucio, me atendió con la amabilidad y el interés que le caracterizan, pero el problema era su agenda: tuvimos que esperar unos días para poder sentarnos a charlar con calma.

-Mi pregunta del millón: ¿por qué sacerdote?

-Ante la sencilla y profunda llamada de Dios, ya en el vientre de mi madre; fenomenológicamente, antes de que mis padres me conocieran. Ya nos habíamos venido a vivir a Santa Cruz, y en una catequesis a la que asistía en el barranco de Santos recuerdo que, con cuatro años, un catequista me peguntó qué quería ser de mayor; yo le contesté: "sacerdote"; algo íntimo y profundo para esa edad, pero no me pregunte por qué, ¡porque no lo sé! Con el tiempo fui madurando escuchando su llamada, con total libertad. Después de consultarlo con quien debía de hacerlo, tomé plena conciencia de que esta era mi vocación. La mayor vocación del hombre, en cuanto al encuentro con el amor y la entrega total a Dios. Le doy gracias a diario, porque en mi vida sacerdotal el Señor me ha bendecido con la felicidad, no exenta, a veces, del sufrimiento y de las pequeñas contrariedades de todos los días.

-¿Le ordenan en Santa Cruz de La Palma por ser La Palma "tierra de curas" o porque es la Isla Bonita?

-La Palma es bonita, y de La Palma salen excelentes vocaciones sacerdotales. A mí me ordenaron allí con motivo del 4º Congreso Eucarístico, programado en la Diócesis por el obispo don Luis Franco Gascón (mis otros dos compañeros, a uno se ordenó en Icod de los Vinos y al otro en San Sebastián de La Gomera). Recuerdo que cuando llegó el momento de rezar el Credo, se me quedó la mente en blanco y no era capaz de articular palabra; entonces, el maestro de ceremonia se dirigió al obispo y le dijo: "¡No se sabe el Credo!", a lo que le contestó, pausadamente: "Dele el libro de la Sede, para que lo lea con calma". ¡Cómo me emocionó aquella dulce, comprensiva y paternal mirada que me dedicó don Luis! ¡Qué feliz y contento me sentí aquel día!

-Según su experiencia pastoral y pedagógica -que es mucha-, ¿qué opinión le merece el Concilio Vaticano II a los cincuenta años de su comienzo?

-En síntesis, veo que el Concilio nos ofrece una teología y una pastoral sólidas para navegar en medio de los conflictos en que vivimos, así como de los parámetros socioculturales y psicoafectivos que presenta el mundo actual. El Concilio Vaticano II sitúa en el centro de la renovación eclesial la Palabra de Dios y la celebración de la Eucaristía. Desde este centro vital, la Iglesia se presenta como luz del mundo y sal de la tierra. Pienso que se adelantó al mundo en una idea de globalización, en la que todos los cristianos tenemos que colaborar y ser parte activa de la Nueva Evangelización.

-Es autor del libro "El diálogo fe-cultura en la Nueva Evangelización". Por favor, en síntesis, ¿en qué consiste la Nueva Evangelización?

-Es la llamada, a hombres y mujeres de la Iglesia, a su propia reconversión para vivir y anunciar el Evangelio, como testigos de Cristo, a sectores de la población que desconocen la fe cristiana o que se han alejado de ella, a grupos numerosos de bautizados que no han personalizado su fe y a estructuras vitales de la sociedad -familia, economía, política...- que se hallan en una situación real y actual con serias incoherencias respecto a la concepción cristiana de la vida.

Seguiremos otro día con don Lucio.

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