OTRA OPORTUNIDAD perdida por nuestro gris presidente ante una audiencia televisiva tan nutrida como poco habitual. Entrevistado después de la gran final, se limitó a elogiar a los gladiadores con escasa emoción. Una pena. El ciudadano Mariano necesita con urgencia un experto en comunicación -un asesor de carisma, quizás-, su puesto lo exige. No bastan unas palmaditas en la espalda, la hazaña da para mucho más; esa enorme muestra de humildad, trabajo en equipo y perseverancia, con resultado de éxito. Una oportunidad perdida, insisto, para reivindicar para todos los españoles esa conducta como la única capaz de sacar al país de la crisis y de la depresión colectiva. Con el respetable entregado, faltó una intervención contundente: que sí, que sí podemos, por supuesto que podemos, y aludir a la proeza deportiva, infundir entusiasmo y optimismo, alentar a las masas. El mensaje habría calado, la evidencia no admite dudas.

Motivación por el logro se llama; la más potente. Ningún premio material genera más energía que nuestra firme voluntad de conseguir algo. Y cuando ese objetivo es compartido surge la cooperación, se refuerzan los vínculos y el grupo funciona. En todos los ámbitos, no solo en el campo de fútbol. En el mundo de los negocios los grandes gestores lo saben y lo aplican. De hecho, al relanzar una empresa, contagiar la idea de la viabilidad del proyecto -proponer el reto y las metas volantes- es tarea principal del interim manager, tan importante como reconsiderar los procesos productivos, la planificación financiera o la puesta en marcha de una nueva política comercial. Porque las empresas las levantan las personas con su esfuerzo individual, coordinado y alineado a un fin común: lograr salir adelante. Con las naciones pasa igual.

Ejercer liderazgo. Y el presidente Rajoy pudo aprovechar el micrófono ante millones de personas felices, eufóricas y satisfechas con nuestros héroes, que consiguieron tamaña gesta de dimensión mundial. Así, la España acosada por los mercados va a demostrar al mundo quiénes somos, así, con pundonor y disciplina. Qué fácil hubiera sido llevar unas palabras escritas en previsión, unas para la victoria y otras para la derrota, incluso, porque llegar a la final también fue un éxito. Comunicar va en el cargo, un cometido ineludible que, en ocasiones, requeriría también una mentirijilla piadosa que catalice la reacción en cadena: suficiente confirmar la mejoría, aunque no fuera cierta, para que esta se produjera. Confianza.

En cualquier caso, a la sociedad española le ha quedado clara la validez del modelo del rigor, la entrega y el compañerismo. Y aunque la tentación está presente, sabremos combatir la cultura de la subvención y el pelotazo. A largo plazo es más efectivo jugar al toque.

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Pablo Zurita Espinosa *