UN BANCO norteamericano elabora unas interesantes estadísticas sobre el perfil del inversor en nuestro país. No voy a detallar la ficha técnica del estudio, pero sí a compartir con el lector algunas interesantes conclusiones que ofrece el análisis de los datos, y tratar de contrastarlas con la realidad del día a día.

Lo que más me llama la atención, y constituye un hecho diferencial de nuestro mercado, es la inconsistencia entre lo que se dice y lo que se hace. Permítanme expresarlo de otra forma: la inconsistencia entre lo que se desea y lo que finalmente se acaba haciendo.

Porque, aunque se trata de una encuesta entre inversores -familias o empresas con posiciones en depósitos, cuentas de ahorro, renta fija, renta variable, fondos de inversión e inversiones inmobiliarias, la realidad muestra que el inversor español no tiene perfil de inversor.

Inversor o no inversor, ¿en qué quedamos? Tras analizar la cartera de inversión de aquellos vemos que nada más y nada menos que nueve de cada diez inversores mantienen posiciones en depósitos y similares. Además, estas posiciones representan la mayoría de su cartera. ¿Inversor? Más bien hablaríamos de ahorradores, ¿no les parece?

Además, cuando se les pregunta qué piensan hacer respecto en sus inversiones en los próximos seis meses, los depósitos y similares, lejos de perder peso en las carteras, ganan más.

Pero -y he aquí la inconsistencia-, el inversor ahorrador muestra dosis de optimismo superiores a momentos anteriores. Además, esta mejoría no sucedía ¡desde hacía más de doce meses! En añadidura, tienen meridianamente claro que la bolsa experimentará una clara mejoría en esos próximos seis meses. ¿Y por qué no toman posiciones?

Me llama mucho la atención que las variables o eventos que toman más en cuenta a la hora de invertir sean el Euribor y la crisis económica. Tal vez sea más razonable expresar lo anterior en términos de cuánto me va a pagar el depósito el banco de turno y tengo miedo a perder dinero, respectivamente. ¿Pero no hablamos de inversores?

A pesar de sus expectativas ligeramente positivas para el futuro más próximo, no trasladan esa visión a su cartera de inversión. Cabría preguntarse por qué ocurre este fenómeno.

Y entre las distintas causas que podrían explicarlo, de nuevo aparece una muy evidente, sobre la que ya hemos hablado desde estas líneas. Un factor elemental pero crítico al mismo tiempo. Un elemento que nos distingue, negativamente, de países desarrollados de nuestro entorno.

Algo que con total seguridad habría evitado muchos males que día sí y día también se pueden ver en los medios de comunicación. Desde "invertir" en sellos "seguros" que triplicaban la rentabilidad monetaria de entonces sin preguntarse cómo podría hacerse eso de forma tan sencilla, a comprar o suscribir contratos financieros sin entenderlos.

Porque en nuestro país es más importante enseñar en los colegios qué es la calcopirita que explicarles qué es un préstamo, o hacer ver a los alumnos la necesidad de ahorrar o planificar sus finanzas.

Demos a la formación financiera la importancia que tiene.

de inversión, EAFI

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