El Papa pidió ayer, domingo del Buen Pastor, a los jóvenes cristianos "estar atentos a la voz de Dios, que "siempre llama", si bien "tantas veces" no se le escucha y se prefiere escuchar "otras voces más superficiales".

Ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro, dedicó parte de su discurso a recordar la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, alentando a los jóvenes a "desapegarse de todo" para unirse a Dios. "Todos los jóvenes deben de estar atentos a la voz de Dios que interiormente habla a su corazón. Somos distraídos por muchas cosas, por otras voces más superficiales; y además tenemos miedo de escuchar la voz del Señor, porque pensamos que pueda quitarnos nuestra libertad", señaló. Así, aseveró que las vocaciones sacerdotales son "motivo de alabanza a Dios por suponer un don, signo del amor fiel y providente para la Iglesia". De esta manera, el Papa retomó en su alocución previa al Regina Caeli las palabras de San Agustín, relacionadas con la llamada vocacional: "¡Tarde te amé, belleza siempre antigua, siempre nueva! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera". Benedicto XVI también aludió a la celebración eucarística de ayer.

Un exmagistrado, cura

El papa Benedicto XVI ordenó ayer en el Vaticano a nueve sacerdotes provenientes de seminarios de la diócesis de Roma, de la que él es titular, entre ellos un colombiano, un vietnamita y un marfileño.

El colombiano es Jorge Alexander Suárez Barbarán, de 31 años y formado en el colegio diocesano romano Redemptoris Mater. El vietnamita es José Vu Van Hieu, de la diócesis de Bui Chu, que se ha formado en el seminario Collegio Capránica de la capital italiana, y el marfileño es Jean Florent Agbo, que también ha estudiado en el Redemptoris Mater. Los otros seis son italianos y entre ellos se encuentra Piero Gallo, de 42 años, exmagistrado y exabogado del Estado.

Entre los nuevos sacerdotes figura Alfredo Tedesco, licenciado en química y que, según explicó, tenía novia, pero a los 22 años sintió la vocación y entró en el seminario Mayor de Roma. Otro de los sacerdotes es el romano Marco Santarelli, de 30 años, un piloto de aviones privados que aspiraba a llevar, según declaró, un Boeing 747 y que descubrió la llamada de Dios durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en 2002 en Toronto (Canadá) al escuchar las palabras de Juan Pablo II, que invitaba a los jóvenes a no tener miedo de seguir a Jesús.