El perfil de las personas que nacen con pérdida auditiva ha cambiado de forma radical en los últimos años. Gracias a la detección precoz de la sordera y la tecnología actual (implantes, audífonos y sistemas FM), muchos niños sordos ya no tienen porqué limitarse a un solo idioma oral, pues a su lengua materna pueden sumar el inglés o cualquier otro.

La clave radica en la motivación y la oportunidad de utilizar el segundo idioma en un contexto lúdico y familiar. Estas son las premisas en las que se basa un programa puesto en marcha por Dale Sindell, una profesional que padece una pérdida auditiva profunda y es madre de un niño con hipoacusia.

"Tengo una doble vida: me quito los audífonos y soy completamente sorda, pero con ellos funciono como una persona normal, tanto en inglés, mi idioma materno, como en español y francés", señala a EFE esta norteamericana afincada en España desde hace 25 años. Se declara, además, "totalmente oralista", pues nunca ha utilizado el lenguaje de signos.

En España, el 90% de los menores de 18 años con pérdida auditiva utiliza el lenguaje oral como forma de comunicación, un porcentaje que se va reduciendo conforme aumenta la edad. Así, solo un 60% de los mayores de 20 años se comunica de esa forma.

Dale Sindell empezó a plantearse la cuestión del bilingüismo en los niños sordos a raíz de que al tercero de sus hijos, nacido en 2002, le detectaron sordera y los profesionales en ese momento le aconsejaran un solo idioma para él.

Para ella, era difícil elegir, pues en su casa se hablaba inglés y español. "Empecé a buscar, a informarme y mi intuición me dijo que debía enseñarle los dos idiomas". En 2008, creó la página www.t-oigo.com, una comunidad virtual para las familias con deficiencia auditiva y, el pasado año, puso en marcha un programa de bilingüismo en el que participan universitarios estadounidenses que vienen a España a estudiar.

De forma voluntaria y gratuita, estos jóvenes visitan semanalmente a familias de Madrid con hijos sordos, con los que juegan, cocinan, cantan y bailan utilizando siempre el inglés. El programa sirve como un intercambio de idiomas, motiva a los niños para aprender inglés y, además, educa a las generaciones jóvenes sobre la pérdida auditiva y crea empatía, destaca Sindell, quien asegura que "está funcionando fenomenal".

La experiencia piloto empezó en septiembre pasado y ya son 16 familias las que se benefician de él, aunque su intención es ampliarlo progresivamente y extenderlo a otras ciudades.