NUESTRO objetivo final es que Canarias sea una nación soberana con su Estado. Nación ya lo somos. Ya lo éramos cuando fuimos vilmente invadidos por las tropas regulares de Castilla y los mercenarios andaluces, y de otras regiones peninsulares, que las acompañaban. Nos falta el Estado que nos dé, además de la libertad, la identidad como canarios y la dignidad de vivir como ciudadanos libres de nuestro propio país en vez de como súbditos colonizados por una nación extranjera que, para más inri, está en otro continente. Somos canarios y las aguas que rodean a Canarias nos pertenecen por derecho propio, aunque hoy, debido a nuestra ignominiosa e incomprensible situación colonial, estas islas que habitamos están incluidas en la Zona Económica Exclusiva de Marruecos.

QUEREMOS, como decimos, la libertad y la posibilidad de disfrutar de nuestros bienes, lo cual nos impide España con su egoísmo, con su rapiña. Por eso nos hemos fijado en nuestros vecinos marroquíes. En este punto es necesario explicar otra vez, para que nadie nos entienda mal, que no es nuestro deseo el que estas Islas pasen a formar parte de Marruecos, sino la posibilidad, ante la cerrazón española, de que nos entendamos con este país como paso previo a nuestra libertad. Lo que no podemos consentir es que España se siga beneficiando de nuestras riquezas. Tanto las presentes, las que ya están aquí, como las potenciales; las que están pendientes de explotar, entre ellas el petróleo, si lo hay, pero también los beneficios a los que tenemos derecho como consecuencia de nuestra privilegiada situación geográfica, como es el paso de barcos y aviones por nuestros espacios marítimo y aéreo. En definitiva, volvemos a decir que no queremos ser ni españoles ni marroquíes. ¿Por qué tenemos que ser españoles o marroquíes en vez de canarios? ¿Por qué tenemos que ser unos humillados europeos ultraperiféricos? Las regiones ultraperiféricas son la forma actual, convenientemente disfrazada, del colonialismo europeo. Por lo tanto, decir que somos una región ultraperiférica equivale a decir que estamos colonizados. España encubre el colonialismo que ejerce sobre nosotros con la máscara de comunidad autónoma y Europa hace lo propio con la ultraperificidad.

EL colonialismo tiene sus días contados aunque los países que lo ejercen se resistan a perder los territorios indebidamente ocupados. Ya se está hablando de un referéndum en las Islas Malvinas; una consulta que sin duda ganarán los ingleses porque son los que ocupan esas islas, pero ese archipiélago volverá a manos de sus legítimos propietarios, que son los argentinos, porque es de justicia que así sea. De la misma forma, si se celebrara un referéndum en Canarias el resultado sería engañoso debido al elevado número de españoles que han trasladado su residencia a estas Islas. Muchas veces hemos dicho que Canarias no necesita un referéndum sobre su autodeterminación para recuperar su libertad, porque esta tierra ya era libre, y estaba habitada por un pueblo que poseía sus estructuras sociales y familiares, antes de sufrir el genocidio que acabó con su modo de vida. ¿Por qué no podemos tener un pasaporte canario y un documento nacional de identidad canario? ¿Por qué no podemos disfrutar nosotros, que somos sus legítimos propietarios, los bienes que produce esta tierra? ¿Por qué tenemos que seguir dependiendo del Estado español en vez de contar con nuestro propio Estado canario?

INSISTIMOS en que se deben entender bien nuestras palabras porque se ha producido cierta confusión: Marruecos es un país muy civilizado. Aunque conserve costumbres algo ancestrales, es un país moderno con gobernantes muy preparados. Su diplomacia es de las mejores del mundo y su territorio está administrativamente bien organizado. Simplemente con mirar un mapa se ve que vivimos en unas islas pertenecientes al territorio marítimo marroquí. Somos islas innegablemente marroquíes. Si el Gobierno de Marruecos no ha decidido ocupar un archipiélago que le pertenece de acuerdo con el Derecho Internacional es por evitar conflictos en una situación mundial delicada en sí misma, pero llegará el momento en que lo hará. Por lo tanto, si no nos independizamos de España y nos convertimos en una nación libre con bandera y asiento en los foros internacionales, nos convertiremos en ciudadanos marroquíes. Llegado ese momento no habrá organización mundial que se oponga a este hecho porque el Reino alauita, lo reiteramos, cuenta a su favor con la legislación internacional.

CANARIAS padece dos epidemias: la económica, que ya no se justifica porque Europa, menos España y Grecia, han salido de la crisis, y la perniciosa existencia de Rivero como presidente del Gobierno regional. Y cuando hablamos de Paulino Rivero nos referimos también a su esposa, la goda política Ángela Mena, a la caterva de ineptos políticos que rodea a este matrimonio rumano y al partido, Coalición Canaria, que los sustenta a todos. Esta es la segunda epidemia, la segunda peste que padece este Archipiélago.

PAULINO Rivero nos ha enviado varios tomos de documentos judiciales, nos dicen, varios kilos de papel, correspondientes a una denuncia ante los tribunales porque no le gusta que lo critiquemos. Siempre hemos reservado nuestros ataques a su gestión al ámbito de sus actuaciones como político. Jamás, lo hemos dicho varias veces en nuestros editoriales y comentarios, hemos invadido su vida privada porque no es nuestro estilo hacerlo ni con él, ni con nadie. Sin embargo, a este mago político no le gusta que lo censuremos ni siquiera en su papel de persona que desempeña un cargo público. En realidad, no le gusta que defendamos a nuestra tierra y le reprochemos a él que no lo haga, pese a que está donde está porque sus compatriotas le entregaron sus votos convencidos, bajo engaños, de que los iba a defender como el nacionalista que ha demostrado que no es. No le gusta que le digamos lo que sí es: un incompetente político. Por eso nos denuncia. Por eso ha dicho que no descansará hasta acabar con EL DÍA y José Rodríguez. Esas son ínfulas de un bruto político que no se ha enterado de que este periódico está en su segundo siglo de existencia. Y con esos kilos de papel no resuelve su ineptitud ni el caos ni la miseria en que ha envuelto al pueblo canario. Igual que su esposa y familiares no han resuelto el misterio de México -que sigue ahí, que lo sepa CC, ni con una sentencia que le facilitaron en menos de 24 horas-.

NOSOTROS también hemos denunciado al presidente del Gobierno de Canarias por haber dicho, tanto en el Parlamento como en la radio autonómica -pensó este necio político que podía hacerlo impunemente-, que José Rodríguez lo ha chantajeado en el asunto de la concesión de las licencias de frecuencia modulada. Qué cinismo. ¿Cómo se puede manifestar una mentira semejante después de haberle quitado a EL DÍA la emisora más prestigiosa y benemérita del Archipiélago? Esa mentira tan atroz le ha dolido en el alma a José Rodríguez. Paulino Rivero tendrá que demostrar la veracidad de sus palabras ante un tribunal; y si no puede hacerlo, como no podrá hacerlo, caerá sobre él la maldición de todos los canarios porque con su indigno comportamiento político ha menoscabado la dignidad, la imagen y el honor del editor de EL DÍA. Calificar a un empresario digno de chantajista es el peor insulto. ¿Cuándo, cómo, dónde y con qué medios lo chantajeó José Rodríguez?

ACABAMOS. Por las mil razones que hemos expuesto en estas páginas, por la lógica, la justicia, la historia, la humanidad, los sentimientos humanitarios, la existencia de un genocidio que sigue impune casi seiscientos años después, la independencia de Canarias tiene que llegar. Que no se pongan majaderos los políticos españoles y los amantes de la españolidad falsa de Canarias porque el advenimiento de nuestra libertad es inevitable. Si viene por las buenas, bienvenida sea; y si viene por las malas, rogamos a Dios que no haya golpes, tiros y sangre. Que haya amor, caridad y luz -lo decimos el Domingo de Resurrección- en las conciencias de quienes tienen que decidir sobre nuestro futuro.