El casco histórico de Santa Cruz de La Palma ha perdido una decena de comercios en menos de una semana, calles en las que hasta hace apenas unos años era costoso encontrar locales libres en los que comenzar una aventura empresarial y que ahora, tras acabar el mes de febrero, están marcadas por los carteles de alquiler.

EL DÍA recorrió las principales vías comerciales junto al recientemente nombrado presidente de la asociación de empresarios, Juan Arturo San Gil. "Todos lo estamos pasado mal y el cierre de negocios es un goteo diario", reconoce. Se mantienen los ubicados en plena calle Real, "aunque ya cerró Creación hace apenas una semana y otros podrían cerrar en breve". En el recorrido, atiende al representante de un equipo de baloncesto que le pide colaboración, también a otro empresario que le transmite ánimos en su nueva andadura. "No sé dónde me metí...".

Tras superar la avenida de El Puente, San Gil señala un local. Hasta hace unos días estaba abierta una tienda de zapatos, Escarlata. Ya cerró. Más adelante, entre la Placeta y la plaza de la Alameda, "la situación es desalentadora". Junto a los apartamentos La Fuente, Momentos -una tienda con productos infantiles- y otro comercio de moda, variedades y complementos cerraron a finales de febrero, hace apenas unos días. Estaban a unos metros de distancia. Incluso la óptica Efren decidió trasladarse de lugar. Allí no debía haber futuro.

Hay poca gente por la calle, pese a ser media mañana del viernes. "Y si miras para dentro de los comercios, verás que casi no hay nadie", advierte el presidente de la patronal mientras señala otro local donde se encontraba La Palmagalpa de artesanía, en la misma acera "Donde si no..." tampoco ya se encuentra. Cerca de la Alameda, el panorama es similar. Las puertas de Wappa, de ropa y complementos, están cerradas. Lo mismo ocurre con Caprichos. "Cerró hace dos días. Antes había una tienda de telefonía que también tuvo que cerrar", comenta una dependienta de un negocio cercano.

"Ahora podemos subir a la avenida del Puente. Allí cerró una peluquería y otros negocios van por el mismo camino", indica Juan Arturo San Gil, quien defiende que "desde que llegamos a la directiva de la asociación, estamos trabajando con las administraciones para intentar solucionar aspectos que afectan a la asociación". De ese trabajo no están todos satisfechos. El propietario de un establecimiento de deportes no entiende "cómo se cerraron los aparcamientos para las obras de la playa sin antes buscar una alternativa para los comercios. La gente viene, no tiene donde aparcar y se va...".

En el descenso al punto de partida, el dueño de una farmacia dice que "antes las farmacias eran un negocio seguro. Ahora tampoco lo son. Si están cinco o seis meses para que nos paguen, no todos podemos aguantar". Tampoco van las cosas bien para las agencias de viajes, aunque "al menos los pacientes del Servicio Canario de Salud tienen que viajar a Tenerife. Otra cosa es que se acumulen los meses y no nos paguen", confirma el director de una de las agencias, cuyo acompañante no entiende que los grupos de gobierno en instituciones palmeras mantengan el mismo número de asesores que antaño.