Quien haya asistido por primera vez anoche al espectáculo de las Burras de Güímar, que celebraba su 20 aniversario, tendrá complicado olvidar esta experiencia. No solo por la espectacularidad del evento, sino también por la mala organización.

El espectáculo ha sido calificado en multitud de ocasiones de místico, diferente y divertido, adjetivos apropiados para el mismo.

Tan solo la bajada de la comitiva de la Sardina por la calle lateral de la Iglesia de San Pedro, en cuya plaza se desarrolla el evento, resultó un gran espectáculo visual. Pues estaba formada por demonios, unos motorizados y otros a pie, perfectamente caracterizados que lanzaban fuego y ofrecían efectos visuales.

Los seguía una comitiva vestida de blanco, como si de fantasmas se trataran, y los campesinos de la representación, que dieron paso a una festiva Sardina que viajaba sobre un pastel de cumpleaños, en cuyos laterales lucían los carteles de las Burras de los últimos años.

Nada más llegar este desfile a las cercanías de la Iglesia los problemas empezaron a surgir. No se valló de forma alguna el recorrido por el que pasaría la comitiva, por lo que el público que llenaba la calle tuvo que abrirle paso hacinándose contra la pared, incluidos niños de corta edad. Y es que más de uno pudo ver las ruedas del coche que portaba la Sardina a pocos centímetros de sus pies.

Pese al improvisado camino que se iba abriendo entre el apretujado público, la función comenzó sin mayores infortunios sobre 21:45 minutos, concluyendo media hora más tarde. Con motivo del acto, la organización proyectó un vídeo con los carteles y mejores momentos de las Burras de Güímar de los últimos años.

Tras el homenaje, comenzó el relato de la lucha entre el bien y el mal, en el que las burras, tras ser pinchadas por desconfiados campesinos, se convirtieron en brujas que invocaron con sortilegios al Demonio. Los malignos ritos incluyeron la lluvia de carne y vísceras entre el público, así como medio pollo crudo que aterrizó en el rostro de una señora que asistía al espectáculo.

Entre llamas y un tema "cañero" de heavy metal bajaron los demonios desde la calle lateral de la Iglesia, atravesando otro "pasillo" improvisado entre el público hasta la plaza con la intención de que la oscuridad reinara en el municipio.

Por fortuna, se invocó a San Miguel Arcángel y sus ángeles, quienes se enfrentaron al Maligno y sus huestes en una batalla que no resultó tan lucida como cabía esperar.

Así el bien venció sobre el mal y como prueba de ello la Sardina entró en la plaza para ser quemada junto a las maléficas burras, que lograron huir y, por tanto, volverán a salir el próximo año.

Pese a la huida de las protagonistas, se procedió a la quema de la Sardina, ubicada demasiado cerca del público, entre fuegos de artificio, algunos de los cuales se tiraron desde la misma plaza, provocando más de una quemadura, una de ellas a una menor.