El fiscal solicita sendas penas de once años de prisión para un hombre y una mujer a los que relaciona con la introducción en 2010 en España, a través del puerto de Valencia, de 380 kilos de cocaína oculta en cajas de piña importada de Panamá.

En sus conclusiones provisionales, el Ministerio Público solicita además para los procesados, propietarios de una empresa de frutas y verduras en El Puig (Valencia) a los que acusa de un delito contra la salud pública, multas que superan los 35 millones de euros.

La droga incautada, de entre un 64 y un 74 por ciento de pureza, según el paquete, habría alcanzado en el mercado un valor al por mayor de siete millones de euros.

En la vista celebrada hoy en la Sección Segunda de la Audiencia de Valencia, la pareja ha declarado que desconocía que el cargamento de piña que iba a recibir contuviera droga oculta, y ha insistido en que "jamás" ha tenido problemas el de resto contenedores de fruta que han importado.

No obstante, el equipo de Delincuencia organizada y Antidroga de la Guardia Civil y Aduanas de Valencia establecieron desde 2009 un control de actividades de la mercantil al sospechar que el numeroso tráfico de contenedores de fruta tropical que ésta mantenía con Panamá pudiera encubrir actividades ilícitas.

El 21 de enero de 2010, las autoridades comunicaron al agente de Aduanas del puerto de Valencia correspondiente la apertura de un par de contenedores sospechosos remitidos desde Panamá y cuya mercancía declarada eran piñas.

El agente comunicó a su vez la intervención a los acusados, Emilio M.F. y su esposa, María G.V., gerente de la sociedad, contable y administradora única de la misma y, según el fiscal, "conocedora de la operación planeada de acuerdo con su marido", que era el "encargado de realizar personalmente las compras" en Panamá.

Tras la llegada de los contenedores al puerto, el 26 de enero se procedió a su apertura en presencia del empresario y del agente aduanero, a pesar de que el primero trató el día anterior de rechazar la mercancía, lo que el segundo negó, siempre según el escrito fiscal.

En el primer contenedor no se halló nada anormal mientras que en el segundo se encontraron, escondidos en un doble fondo creado en 630 cajas de piña, un total de 3.777 placas de un peso aproximado de 100 gramos de una sustancia que, una vez analizada, resultó ser cocaína.

Para controlar la recepción de esta mercancía, se desplazaron desde Panamá hasta tres personas para las que, según la acusación pública, el acusado gestionó hoteles y alquiler de vehículo, entre otros.

En el juicio, el procesado ha manifestado que se dedica "desde hace años" a la importación de frutas y que incluso ha viajado a Panamá para gestionar las compras pero que "jamás" ha tenido "problemas" derivados de ello, y se quedó "de todos los colores al ver la coca escondida" entre las piñas.

Mientras que su mujer ha insistido en no saber "nada de nada", su marido ha asegurado no conocer a las personas de Panamá que, según dice, "prepararon esto", y ha afirmado que el día que abrieron los contenedores sospechó que "algo raro pasaba" por la cantidad de inspectores que había.

Por contra, los guardias civiles citados han testificado que el día antes de la intervención de la droga mantuvieron una conversación con el acusado y que le notaron "nervioso, sudoroso y excitado", y que sospecharon "aún más" cuando el hombre les dijo que "si en el cargamento había droga o algo así, él no sabía nada".