Los destinos de Jordi Solsona (Barcelona, 1962) y Ramón Hernández (Santa Cruz de Tenerife, 1976) se unieron hace unos años en el bar del barrio santacrucero de Ofra que regenta el segundo. Primero fue la amistad y luego la colaboración intelectual con un nexo común: la pieza teatral "Baile de títeres", de Ramón Vinyes (Berga, 1882-Barcelona, 1952), escrita en 1927 y publicada en 1936. Solsona planteó la idea y el guión para adaptar esta sátira política de una ciudad catalana de provincias a la capital tinerfeña. Hernández aceptó el reto de elaborar los dibujos de un cómic que en 48 viñetas da sostén gráfico a la ácida crítica social de Vinyes, exiliado dos veces en Colombia y al que Gabriel García Márquez, incluyó en "Cien años de soledad" como el sabio que había "leído todos los libros del mundo".

Jordi Solsona reside en Tenerife desde hace nueve años, es crítico de teatro e imparte talleres y seminarios de comunicación. En 2011 escribe y dirige la obra "La subasta", que ha representado en varios locales de la isla.

Así explica Solsona el encuentro con Vinyes y su obra: "Hace dos años, durante unas vacaciones de Navidad, encontré en una librería de Barcelona especializada en antigüedades el manuscrito de Baile de títeres, que Vinyes escribió 1927 pero no pudo publicar hasta 1936. Luego conocí su vida, siempre relacionada con la cultura. Estuvo exiliado en la ciudad colombiana de Barranquilla, a la que viajó porque tras consultar un atlas su dedo cayó sobre ella al azar. Allí conoció y trabó amistad con un joven periodista, Gabriel García Márquez, quien le dio a corregir y revisar el original de su obra Cien años de soledad. Gabo le agradeció sus conversaciones llenas de contenido intelectual al incluirle en la novela como el catalán sabio que había leído todos los libros del mundo".

"Me apasionó la lectura del texto -apunta Solsona- en el avión de vuelta a la isla. Tuve claro que era una historia gráfica y me planteé buscar un dibujante que la plasmara sobre el papel".

Solsona lo intentó con varios ilustradores, pero terminó compartiendo la idea con Ramón Hernández, amigo y propietario del bar de Ofra que frecuentaba casi a diario. Una pizarra con el menú y la representación de una copa con vino le alumbró. "El trazo del dibujo, hecho a plumilla sobre carboncillo, me pareció de repente ideal para la historia por su punto de oscuridad y suciedad que aportaba lo que le hacía falta a una trama sórdida en la que la corrupción, la amoralidad y las dobles vidas son el argumento principal".

Con plena vigencia

"Mascaritas" le pareció a ambos amigos un buen título en un doble sentido: "Por un lado -señala Solsona-, porque el nombre lo vincula a Santa Cruz a través de su Carnaval, y por otro porque lo que se cuenta es una auténtica mascarada de absoluta actualidad. Huele a caciquismo, oligarquías y pelotazos financieros. Y denuncia a una clase política vendida al dinero. Quería explicarlo yendo desde lo local a lo universal".

"La acción -detalla- tiene lugar en un prostíbulo de la ciudad el día de Navidad. Allí está lo más granado de la clase política y la alta sociedad. Mejor que lo lean, pero se produce un incidente después de un disparo y aparece un personaje con alas, no un ángel exactamente, que termina vinculado a la madame de la casa de citas".

No es una casualidad que la historia se desarrolle en 48 viñetas. "Seguimos el camino del auca, oca en catalán, una tradición muy popular en la Cataluña del siglo XVIII. A través de 48 casillas ilustradas, los trovadores iban contando de pueblo en pueblo una historia que remataban con varios versos en forma de moraleja

"En este caso, la moraleja -apostilla el autor- es que no hemos aprendido nada desde que Vinyes escribió su obra. La denuncia social que hace en 1927 es aplicable a la actualidad y a cualquier ámbito geográfico. Es el mismo texto traducido del catalán, no me invento nada e, incluso, hay frases textuales. Aquel que tenga interés puede comprobarlo en mi blog, bifluxus.blogspot.com, donde están colgados los textos".

Vinyes no pudo publicar su obra hasta 1936 por razones financieras y políticas. No se reeditó hasta 1976, ya con la democracia, debido a su crítica mordaz a la clase dirigente y a la burguesía catalana, consecuencia directa de la ideología ácrata, "sin militancia", aclara Solsona, de este erudito catalán, dramaturgo, narrador, poeta, periodista, crítico y editor. "Baile de títeres" solo ha sido representada esporádicamente por grupos aficionados catalanes.

Los autores de "Mascaritas" han autofinanciado por completo la primera edición de doscientos ejemplares. Además, en espacios culturales como El Generador, en Santa Cruz, o La Trilladora de Tacoronte han llevado a cabo la puesta en escena del cómic apoyada en la narración, las videoproyecciones y la música.