El Tenerife, que ganaba 2-0 al descanso, cedió un punto ante el modesto Marino de Luanco y acumula ya cuatro semanas consecutivas sin ganar. De esta forma, cierra 2011 en puestos de "play off", pero con muchas dudas sobre su futuro. Unas dudas que no son distintas a las que se cernían sobre el juego del equipo en la primera jornada, pero que se han hecho más visibles a medida que se ha consumido el margen de confianza otorgado a técnico y jugadores. A falta de un partido para cerrar la primera vuelta, se puede decir claro: no hay evolución entre el conjunto que le ganó al Vecindario el 21 de agosto y el que ayer empató ante otro respetable candidato a descender a Tercera División. La diferencia es que ha pasado el tiempo, fracasado las pruebas y desertado los resultados, único sustento de este proyecto.

El enésimo ensayo de Antonio Calderón situó a Sergio Rodríguez en el lateral izquierdo, devolvió la titularidad a Zazo en el medio y entregó las bandas a Chechu y Víctor Bravo. Por primera vez en la temporada, Ferrán Tacón se quedaba en el banquillo. Mucho se había hablado durante la semana de protagonizar una salida fuerte, decidida, que hiciera olvidar los últimos resultados negativos. Pero el cuadro insular se quedó en la intención. La primera media hora de juego fue de una alarmante falta de intensidad y de conexión de su centro del campo con el partido.

El Marino vivió tranquilo y hasta se permitió contragolpear con peligro en ese tramo. Un horroroso balance defensivo de los locales permitió a Castaño poner a Titi en disposición de rematar dentro del área, pero la ejecución fue un disparo muy desviado (14''). Siguieron intentándolo los hombres de Calderón a base de perseverar en el juego por las bandas. Fruto de una transición rápida por la izquierda, Kiko Ratón iba a disponer de su primera ocasión. El portuense recibió un centro de Perona favorecido por el resbalón de un defensor visitante, pero su remate fue blando (28'').

Con más empeño que cabeza, el Tenerife fue metiendo a la escuadra asturiana cerca de los dominios de Rafa Ponzo. Chechu forzó un córner en un centro-chut que despejó el portero con apuros y, fruto del mismo, Kiko Ratón pudo adelantar a su equipo (32''). Fue un homenaje al fútbol más tradicional porque sacó Víctor Bravo al corazón del área y allí cazó el balón el nueve. Como si de una inyección de confianza se tratara, vivió sus mejores minutos el equipo blanquiazul hasta el descanso. Ponzo tuvo que emplearse a fondo para evitar el segundo en una volea de Chechu (35''), tras un fallido despeje de su defensa y Kiko pudo aumentar su cuenta con un remate a la media vuelta (39'').

La conclusión era evidente: a los insulares lo que les cuesta es el traslado. Una vez tienen el balón cerca del área rival, hacen daño. Para entonces, ya perdía duelos individuales la zaga luanquina y sufría en exceso en las acciones a balón parado. Así llegó el segundo tanto local. Fue una falta lateral que, tras tocar Zazo, aprovechó Perona para incrementar su cuenta goleadora y darle una cómoda ventaja al Tenerife (44''). El palo fue duro para el Marino, cuyos jugadores debieron pensar camino del vestuario que los 45 minutos restantes podían resultar un auténtico suplicio.

Por vergüenza torera y esa honradez que convierten en virtud los equipos modestos, salió peleón en la segunda mitad el conjunto que dirige Quirós. Con esto y un punto de suerte se metió pronto en el partido. Titi se internó por la derecha, centró y Pablo empujó a la red favorecido por un resbalón de Sergio Aragoneses (51''). Ahí se colapsaron los blanquiazules. Fue el efecto contrario al 1-0. De la confianza de entonces al exceso de responsabilidad con el 2-1.

Dos minutos más tarde casi encaja el empate en una nueva intervención de Titi. Como en la acción del primer tanto asturiano, Prendes tuvo mucho que ver. Jugando entre líneas, desnudó las verguënzas del centro del campo tinerfeño. El ritmo del partido fue bajando entre el miedo del Tenerife y el cansancio del Marino, pero los cambios de Quirós reactivaron a los suyos en el último cuarto de hora. Álex Arias, uno de los recién incorporados, iba a convertirse en verdugo blanquiazul, anticipándose a la defensa local en un centro desde la izquierda de Carnero (78'').

Con su tesoro en manos de los corsarios, sacó el orgullo la escuadra de Calderón. A base de empujones, fue metiendo a su rival en el área y hasta tuvo la oportunidad de arreglar el lío. Fue en un remate de Zazo, que sacó milagrosamente con el pie Ponzo (85''). En el rechace, José Ángel cometió penalty sobre Bravo y el colegiado se hizo el loco. Pero ni eso calmó a una hinchada que sentenció con un cántico casi unánime ante el decepcionante empate: ¡Calderón dimisión!