Antonio Calderón vivió ayer su día más amargo como técnico del Tenerife. Lo que pudo ser un plácido partido previo a las vacaciones de invierno, se convirtió en una tensa despedida, no tanto por el resultado del partido sino por la manera en que un amplio sector del público mostró su descontento con el entrenador. "¡Calderón, dimisión!", se escuchó en el estadio en los minutos finales.

De ahí que en la rueda de prensa posterior al encuentro tuviera que responder, por primera vez en la temporada, preguntas relacionadas con su futuro en el banquillo blanquiazul. Ante todo, el gaditano aclaró que tiene "la confianza de la dirección deportiva y del club" para que siga al frente del equipo. Al menos eso es lo que le han transmitido los rectores de la entidad, incluso en reuniones recientes. En cuanto a las críticas procedentes de la grada, advirtió de que "la afición es soberana" y aprovechó la ocasión para darle "las gracias" por acudir al Heliodoro, al tiempo que apuntó que la gente "no tiene capacidad para tomar decisiones". En cualquier caso, se mostró comprensivo con los seguidores más exigentes. "Entiendo que no estén contentos porque el equipo, al final, tiene un problema que no está sabiendo superar y la línea de juego no es la idónea, pero ha llegado a Navidad entre los cuatro primeros".

Ese "problema" al que se refirió Calderón tiene que ver con su fragilidad ante los contratiempos. El entrenador admitió que al Tenerife le está "costando tener confianza", so-bre todo cuando juega en casa, pues "cualquier varapalo le hace mella". En cuanto a la búsqueda del funcionamiento adecuado, afirmó que su equipo tiene "un estilo claro", pero le falta "continuidad y confianza".

Profundizando más en las claves que impiden que el Tenerife mejore su rendimiento, dijo que "los jugadores son conscientes de la responsabilidad que tienen y quizás están atenazados. Son humanos y terminan haciendo las cosas al revés". En particular, añadió que las ganas de ganar tras la derrota de la jornada pasada en Oviedo "fueron traicioneras".

Y eso que, a su juicio, el Tenerife "no empezó mal" el encuentro de ayer. En cambio, al encajar "un gol tempranero" en el segundo tiempo el equipo "no encontró el sitio y lo pasó mal". Calderón dejó entrever que el árbitro también fue un obstáculo para los blanquiazules, principalmente por no señalar "un penalty muy claro" sobre Víctor Bravo, con 2-2. "Fue a rematar y le metieron un viaje importante. No sé si el árbitro no quería que perdiera el Marino o algo, porque nos pitó cuatro faltas en ataque a Kiko y no vio ese penalty".

Con todo esto, opinó que las va-caciones "vendrán bien para desconectar y volver con la mente despejada para afrontar lo verdaderamente importante, que es lo que queda de Liga". Lo de ayer fue "un accidente, pero la vida continúa".