LOS BAJOS salarios son una de las causas de la crisis actual y, por tal motivo, las decisiones para reducir el porcentaje de los salarios en la renta son un grave error. Cuando la ciudadanía tiene menos dinero en el bolsillo compra menos, y ello hace que las empresas reduzcan ventas, despidan más y contraten menos y en peores condiciones.

Es un error haber congelado las pensiones, haber reducido el salario de los empleados públicos (con el efecto contagio al sector privado), o haber aprobado un contrato de aprendizaje que permite pagar 481 euros mensuales a los jóvenes de menos de 30 años. Estas medidas tienden a mantener débil la demanda, a ralentizar la actividad económica, a frenar el crecimiento del empleo y a consolidar la posición de España como el Estado más desigual de la Unión Europea de los Quince (UE-15), el grupo de Estados más ricos en que se halla España.

Hace unos meses, el exministro de Trabajo de Clinton Robert Reich señalaba que, en el período transcurrido de 1977 hasta hoy, la economía estadounidense se ha más que duplicado, si bien el salario real del 90% de los estadounidenses ha crecido menos del 1%. Sin embargo, los ingresos del 0,1% más rico de la población han aumentado un 300%. Es decir, hoy las 150.000 familias más ricas de Estados Unidos obtienen lo mismo que los 120 millones de estadounidenses más pobres. Y el 1% más adinerado de la ciudadanía ha pasado de acaparar el 9% de la renta, en 1977, al 20% actual.

Economistas como Vicenç Navarro recuerdan que las crisis estadounidenses de 1929 y 2007 coinciden con momentos de extrema desigualdad y, en concreto, con el hecho de que el 1% más rico acapare el 20% de la renta. Y es que un gran porcentaje de la renta en muy pocas manos es, a la vez, un gran porcentaje de recursos que no se invierten en la economía productiva, que van al ahorro, que tributan menos, que acaban en paraísos fiscales o, peor aún, que se invierten en la especulación financiera responsable de desestabilizar nuestras economías.

Un estudio sobre la élite del poder económico en España elaborado por Iago Santos Castroviejo señala que 1.400 integrantes de consejos de administración de empresas en nuestro país, el 0,0035% de la población, controlan recursos equivalentes al 80,5% del PIB. Es más, para el período 2008-2010, el número de veces que el 20% más rico de la población multiplica el ingreso del 20% más pobre ha pasado de 5,4 a 6,9. De modo que ahora mismo estamos concentrando demasiada renta en los que más tienen, bajando salarios y acrecentando el desempleo, es decir, garantizando la prolongación temporal de los peores efectos sociales de la crisis.

Los dos partidos principales de este país están proponiendo un deterioro permanente de nuestras condiciones de vida, con sus medidas para reducir la masa salarial y para socavar la negociación colectiva. PP y PSOE nos llevan a un modelo en el que trabajaremos más horas y ganaremos menos. Y eso pese a que ya trabajamos 1.654 horas anuales, frente a las 1.628 de media en la OCDE, y pese a que entre 1992 y 2010 la masa salarial pasó de representar el 69% de la renta al 61%, es decir, la parte de la tarta de los trabajadores se ha estado reduciendo.

Suena a burla la cantinela sedante que, día tras día, nos dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Los datos del mundo real lo desmienten. Así, mientras nuestro PIB por habitante supone el 96% del de Francia, nuestros salarios solo representan el 67,5% de lo que cobran los franceses. Tenemos el 88,7% del PIB por persona de Alemania, pero cobramos salarios que equivalen al 54,4% de los que reciben los alemanes.

Un estudio sobre los veintiún países más ricos de la OCDE de John Schmitt, economista del Center for Economic and Policy Research de Washington, para el período 2007-2009, muestra que España, Irlanda y Estados Unidos fueron los países con mayor incremento del desempleo durante esos años de crisis y recuerda que los mercados laborales de los dos últimos se hallan entre los más desregulados. Por el contrario, Alemania, que tiene un mercado laboral más regulado que el español, sufrió una caída del PIB superior a la experimentada por España, pero, en vez de incrementar el desempleo, lo redujo. El Estado compensó a los trabajadores alemanes por la reducción horaria, las empresas devolvieron a los trabajadores las horas extras que habían acumulado y se negociaron con los sindicatos otras fórmulas de reducción temporal de la jornada de trabajo que preservaron los derechos laborales.

Una crisis alimentada por la baja demanda y la alta desigualdad debe corregirse incrementando la demanda y reduciendo la desigualdad. Para ello, es preciso incrementar los salarios, lograr que quienes más tienen tributen más, expandir el desarrollo del Estado del bienestar y el empleo público hasta los niveles de la UE-15, impulsar una banca pública que inyecte crédito en pymes y autónomos y, en suma, dar la espalda al modelo económico neoliberal que PP y PSOE quieren afianzar en España.